Si algo caracteriza a la obra del legendario Neil Gaiman (The Sandman) es su innegable capacidad para exponer la condición humana por medio de la exploración de universos y seres extraordinarios, rasgo que sin duda guió su decisión de abordar los mitos nórdicos, protagonizados por dioses, gigantes y troles; el resultado fue una fascinante mezcla de sátira ligera y homenaje que reivindicó a estos personajes en la narrativa contemporánea. Tal fue su impacto, que a la fecha mantiene su influencia dentro de la cultura popular.
Pero esa premisa no quedó solo en letras. Creador de novelas gráficas, Gaiman decidió convertir Mitos nórdicos a este formato; para ello eligió como cómplices a artistas consagrados y con un muy particular estilo.
El trabajo conjunto redundó en la bocanada de aire fresco que dichas leyendas y creencias escandinavas necesitaban para explotar de nueva cuenta fuera de los límites del concepto de superhéroe, donde hace mucho se mantenían sumergidas para el gran público debido a que se las apropiaron los sellos mainstream del cómic como Marvel y DC con sus populares adaptaciones a la televisión y la pantalla grande.
En las páginas de esta versión de Mitos nórdicos nos encontramos con un mosaico de pasajes fantásticos; su vibrante concepción enriquece y lleva a niveles inesperados la aguda relectura propuesta de la obra original del también autor de Stardust (1999) y American Gods (2001).
De entrada tenemos visiones sobre la génesis del mundo por P. Craig Russell (Batman: Hothouse, Coraline ) y Lovern Kindzierski (Dr. Strange: What Is it That Disturbs You, Stephen?), que presentan llamativos contrastes entre viñetas de rojos intensos con otras de azules pálidos que alcanzan lo onírico. Estas postales de Mitos nórdicos están plagadas de alegorías, como cráneos y pestañas que sirven de materia prima para que nazcan la noche, el cielo y nubes.
Después llega la corrección técnica en el trazo con imágenes que aluden a la fuerza simbólica y representan la creación de nueve reinos: tenemos entonces el siempre espeluznante silueteado de Mike Mignola (Hellboy) acompañado por la coloración de Dave Stewart (The Walking Dead). Esta colaboración ideal efectúa la inquietante materialización del espíritu violento y mustio tras la narración casi solemne y litúrgica del proceso en el que Odín, el Padre de Todos, obtiene la sabiduría de Mímir y pierde un ojo.
Pero esto es solo el preludio para mostrar un escenario sugestivo en su forma y evocador en el trasfondo que da paso a las andanzas de la corte de Asgard, con todo lo soeces y arrogantes que pueden llegar a ser; principalmente las de Loki, con sus triquiñuelas impulsadas por la inconsciencia, la ambición y la soberbia, así como las circunstancias por las cuales es responsable de que se forje el legendario y poderoso martillo de Thor.
Algunos episodios de Mitos nórdicos son obra de gente de la talla de Jerry Ordway (El poder de Shazam!), y se definen por una gestual y anatomía realistas en composiciones teatrales que resaltan un espíritu lúdico y festivo sin dejar de lado cierto romanticismo.
No podemos dejar de mencionar los capítulos realizados por la talentosa Jill Thompson (Beasts of Burden). Como es costumbre en la artista, se trata de cuadros encantadores difuminados sobre blancos que les dan un aire de cuento de hadas para adultos, a los que añade con naturalidad toques de comedia que evidencian la imperfección de los seres divinos.
Es patente que en esta versión de Mitos nórdicos los pasos del Dios del Trueno y compañía por la gráfica han sido confiados a los artistas adecuados. Por si fuera poco, la edición de Planeta Cómics se presume de pasta dura e incluye diseños de personajes y comentarios que revelan algo de los procesos creativos; mención aparte, la bella galería de portadas alternas hace de ella una pieza de colección.