Cuando el padre de Siri Hustvedt murió, ella escribió un texto para leerlo en el lugar donde yacerían los restos de este. Al momento de hacerlo, frente a su madre, hermanas y otros cercanos, la autora comenzó a temblar de una forma extraña, una especie de convulsión; sus brazos y piernas estaban sin control. Sin embargo, pudo leer sin mayores problemas. Los presentes la miraron extrañados, nadie la asistió y su tesón fue más que suficiente para finalizar el discurso. Su cuerpo y su palabra actuaron como si fuesen dos personas manifestándose de distintas maneras.
Cuando alguna enfermedad o malestar nos aqueja, intentamos encontrarle respuesta, y Hustvedt comenzó a recabar una serie de estudios, artículos y opiniones médicas y científicas para esclarecer este singular fenómeno que expresó su cuerpo. Recurrió a disciplinas como la neurología, la psiquiatría y el psicoanálisis, y escribió La mujer temblorosa, quizá su libro más personal: un profundo e inteligente análisis para lograr un diagnóstico.
Del mismo modo, este recorrido para investigar las enfermedades neuronales, padecimientos psicológicos y experimentación de casos la llevó a recapitular diversos puntos clave de su vida, resucitando desde episodios de su infancia —cuando escuchaba voces—, las migrañas que siempre ha padecido, hasta momentos de su embarazo u otras ocasiones en que su cuerpo también tembló.
La mujer temblorosa es una magistral demostración del empeño por lograr la comprensión propia. Es la voz en volumen alto dentro de la cabeza que difícilmente silenciamos, pero que nos lleva a indagar entre percepciones, experiencias, ideas y conclusiones acumuladas a lo largo de toda nuestra vida.
A manera de relato secuencial, la autora comparte sus elucubraciones, acercándose al lector de manera transparente, hablando de sus preocupaciones y desvelando momentos clave que permiten entender una parte mucho más humana de quien recibiera el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
La mujer temblorosa es también un sabio tratado sobre la mente y el cuerpo, conciliable con otros. Si bien el libro fusiona esa aventura entre la ciencia y la observación, Hustvedt aterriza todo mediante palabras cotidianas y una narrativa en la que es fácil verse reflejado.
“Como señalaba Jürgen Habermas, la ciencia ha logrado ascender en el mundo moderno porque ha demostrado tener un gran dominio sobre el mundo natural”. Explicarnos lo que experimentamos física o mentalmente a través de la ciencia nos llevará, como a Hustvedt, a auscultar en lo más recóndito y descubrir incluso otras patologías y trastornos, pues para el humano resulta natural el deseo de dominar aquello que le genera inquietud.
Si bien hay mucho en nosotros que no llegaremos a controlar, eso no quiere decir que no sea lo suficientemente importante como para crearle una narrativa propia. Siri Hustvedt así lo hizo, y convirtió su experiencia en un libro brillante y lleno de empatía.