La rueda del tiempo: Nueva Primavera, antes de que el mundo vuelva a colapsar

La rueda del tiempo: Nueva Primavera, antes de que el mundo vuelva a colapsar

Con esta propuesta no solo se trataba de llevar uno de los conceptos literarios de fantasía más populares de finales del siglo pasado más allá del mundo de las viñetas, sino también de adaptar Nueva Primavera, la precuela de aquella novela que dio origen a la franquicia La rueda del tiempo

El reto se antojaba colosal. Y si se establece un símil con el subgénero en el que se sumerge este universo postapocalíptico, denominado de Espada y Brujería y que se distingue porque el uso de la magia siempre tiene un alto costo —a la cual solo las mujeres tienen acceso, pues a los hombres irremediablemente los conduce a la locura—, tal atrevimiento cobró factura.  

Y es que la serie, publicada en ocho entregas de formato grapa, en su momento gozó de un éxito muy discreto en el mercado. Sin embargo, La rueda del tiempo, que tal y como sentencia desde su primera entrega “gira, mientras las eras llegan, pasan y dejan tras de sí recuerdos que se convierten en leyenda”, le ha hecho justicia entre los fans. Y este compilado en edición de pasta dura, publicado por Planeta Cómic, la trae de regreso, para refrendar los aciertos que le ganaron un lugar dentro de la franquicia, de entrada, por la siempre irresistible grandilocuencia arquitectónica a la que dan pie los escritos, a la cual, en un notable trabajo de síntesis visual, le bastan solo algunas ilustraciones a dos páginas introductorias en cada capítulo para hacerse notar. 

 
Se tratan de bellas recreaciones de trazos finos que, como la mirada encausada desde las alturas, se pierden entre la bruma melancólica de tonos deslavados. Ejemplo de esto es el primer y seductor vistazo a la ciudad de Tar Valun, ubicada en una porción de tierra custodiada por aguas que le otorgan un aire de ensoñación. También las edificaciones grises, salpicadas apenas de pinceladas coloridas y contenidas por las murallas de Chachin, un asentamiento enclavado en las montañas.  

Sin duda una conveniente materialización del escenario, acorde a lo que representa el preludio a la gran batalla en la que se mezclan el pasado y el futuro de una civilización, que ya repuesta tras el colapso, vive bajo la zozobra de un nuevo ataque de El Oscuro. 

Así, en La rueda del tiempo las batallas contra los ejércitos de los enigmáticos soldados Aiel, los temibles hombres bestia llamados trollocs y demás engendros de las sombras son plasmadas en abrumadoras y silenciosas viñetas multitudinarias, plagadas de detalles. 

Esas postales contrastan con momentos de combate cuerpo a cuerpo, cuyos diálogos se asoman luciendo una mayor convicción y acompañan secuencias sin desperdicio, que se internan en los rincones de la acción desde perspectivas casi imposibles, dejando en primer plano los cuerpos que dan fe de los estragos.        

Claro que todo está al servicio de la historia de la unión de los dos grandes protagonistas y de sus destinos: Moiraine Damodred y Lan Mandragoran. Ella, una novicia Aes Sedai, heredera de reyes y con una habilidad innata para manipular el Poder Único, de fuertes convicciones y tan compasiva como inmutable a la hora de alcanzar sus objetivos y hacer lo que se debe. Él, un letal guerrero tan contundente y práctico al hablar como al pelear, que ha declinado su derecho al trono de Malkier, tras sobrevivir de niño a la masacre que arrasó con su pueblo y le arrancó a su familia. Ambos encaminados a encontrar a quien hará realidad la profecía de erradicar la fuerza destructora o liberarla por completo, el Dragón renacido.  

Se trata de dos modelos de personajes que ya en los noventa vaticinaban la necesaria demanda de equidad de género de nuestro siglo, al rivalizar en peso y trascendencia dentro la trama, a pesar de que ello desobedece a la tradición de la fantasía heroica, generalmente impulsada por la testosterona.   

En cuanto al trazo, los dos personajes son delineados con elegancia: la sencillez del diseño se dimensiona a partir de la luz, evita los excesos que podrían caer en la cosificación y las trampas del desnudo per se, y mantiene con sobriedad las posturas épicas, para encontrar muchos de sus mejores momentos en los encuadres a los rostros de calculada expresividad.  

Así pues, hay que decirlo, el guionista Chuck Dixon (The Punisher, Batman, The Hobbit) y los artistas Mike Miller (The Hedge Knight) y Harvey Tolibao (Red Sonja, Star Wars: Knights of the Old Republic) entienden a la perfección el sutil encanto de la melancolía detrás de la épica creada por el ya fallecido Robert Jordan, para trasladarla a un cómic digno de ella.  

Por cierto, la edición incluye, además, un glosario ilustrado y los correos que Jordan y los creativos intercambiaron durante la producción de esta obra. Irresistible para cualquier amante de la saga La rueda del tiempo.

La rueda del tiempo, de Robert Jordan

Robert Jordan

Robert Jordan

Robert Jordan (1948 – 2007) escribió críticas de danza y teatro, pero es la épica y extensa serie de La Rueda del Tiempo lo que hizo de él uno de los escritores de fantasía contemporáneos más famoso y querido. Antes de su prematura muerte en 2007, Robert Jordan dejó indicaciones sobre cómo debía ser el final de la saga para que Brandon Sanderson, reconocido autor del género fantástico, lo escribiera con la ayuda de Harriet McDougal, viuda de Jordan y editora de La Rueda del Tiempo. Sin embargo, debido a su extensión, se decidió convertirlo en tres tomos.

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