¿Imaginas que, en lugar de la pandemia de COVID-19, hubiéramos tenido que experimentar un fin del mundo colmado de vampiros deseosos de probar nuestra sangre? Este es el mundo que creó Richard Matheson en Soy leyenda, una novela publicada en 1954, pero ambientada entre 1976 y 1979, que DEBES (es una orden, no una sugerencia) leer o releer inmediatamente.
La trama de Soy leyenda se sitúa en la ciudad de Los Ángeles y desde el primer momento sigue la vida de Robert Neville, aparentemente el único hombre de la Tierra que no ha sido infectado por una bacteria que convierte a todos los humanos en vampiros.
Si la historia te resulta conocida es porque en 2007 Will Smith apareció en la pantalla grande como protagonista de Soy leyenda. En la cinta, dirigida por Francis Lawrence, Smith pelea con vampiros como si nada, acompañado de su perro, con un dejo —quizá absurdamente— esperanzador. ¿Pero realmente hay alguna esperanza a la cual aferrarte si la entrada de tu casa está llena de vampiros y eres el último humano en la Tierra? Smith probablemente diría que sí, mientras asesina a un vampiro con sus músculos torneados. Otros, quizá, seríamos el eslabón más débil de la cadena.
Matheson, si estás leyendo esto, queremos decirte que con la pandemia de COVID-19 hemos tenido suficiente.
Si bien ver a Will Smith asesinando vampiros resulta interesante, la novela escrita por Richard Matheson es superior: hay un planteamiento constante sobre la soledad y la desesperanza que en la película no aparece. En el libro, se plantea al protagonista de la historia, Robert Neville, como un cuasialcohólico que se la pasa extrañando a su mujer y a su hija, al tiempo que intenta encontrar la cura para la infección y aprender más sobre ella. Matheson incluso desarrolla unos capítulos memorables sobre un perro que seguramente te conmoverán hasta las lágrimas.
Al igual que en La casa infernal, novela del mismo autor, los capítulos de Soy leyenda están divididos por días. Una fantástica elección de Matheson, ya que la monótona vida de Robert Neville hace que leas la novela como si fuera un diario del apocalipsis. Página a página te vas enterando de lo que sucedió con su familia y con sus vecinos, y al mismo tiempo intentas comprender cómo actúa esa bacteria que convierte a todos en unas atemorizantes criaturas chupasangre.
Matheson no nos deja con la duda y, paulatinamente, explica la causa de la infección con una destreza y un detalle que te llevan a pensar que esa pandemia es completamente posible. Matheson, si estás leyendo esto, queremos decirte que con la pandemia de COVID-19 hemos tenido suficiente.
Página a página te vas enterando de lo que sucedió con su familia y con sus vecinos, y al mismo tiempo intentas comprender cómo actúa esa bacteria que convierte a todos en unas atemorizantes criaturas chupasangre.
La soledad en Soy leyenda es un hilo que recorre toda la novela y que se mete en tus entrañas como una bacteria. Esa sensación es, a la vez, uno de los elementos que unen a la obra con la realidad actual. Durante estos últimos dos años, hemos sobrellevado el aislamiento en nuestras casas con libros y Netflix —Neville quizá se habría refugiado en su música clásica y su whisky nocturno, de seguir vivo en estos días—.
Con este y otros elementos, el autor teje reflexiones que te producen tristeza, y por eso este libro es muchísimo más honesto que un Will Smith paseando sus pectorales por la ciudad. La historia de su familia te rompe el corazón y, hacia el final, aparece —o no— un destello de esperanza, una luz al final del túnel. Justo lo que necesitamos ahora.
La soledad en Soy leyenda es un hilo que recorre toda la novela y que se mete dentro de ti como una bacteria.
Sumada a la protagonizada por Will Smith, hay otras adaptaciones cinematográficas de Soy leyenda: El último hombre sobre la tierra y El último hombre vivo. Como es costumbre, ninguna de ellas le hace justicia a la novela de Matheson, que te hace pensar en la sociedad, la empatía, la introspección y los afectos. Desde su publicación, fue un libro interesante. Pero en esta época se convirtió en uno esencial.