En Esta historia ya no está disponible (Emecé, 2023) Pedro Mairal genera burbujas de sentido en un mundo dominado por la contingencia —lo imprevisto— y la fugacidad de los tiempos del scroll de las redes sociales. En su continua vocación experimental, con cada relato nos presenta una manera diferente de observar el entorno, la literatura, la familia y la vida misma; cada texto es anárquico respecto del anterior (de hecho, muchos fueron parte de libros) y sin embargo, a pesar de la lógica de «rejunte» o solapamiento discontinuo entre los fragmentos, hay una linealidad consciente (o histérica) de un panóptico que observa todo, que se debate entre ser narrador, pero sin juzgar, y solo tomar notas y desarrollar la mística (o distopía) silenciosa de un detallista.
Con una marcada primera persona, salvo en contados casos, y con la misma técnica que Charles Baudelaire (1821-1867) utilizó para describir y escribir a su flâneur metropolitano en París —un excéntrico, seguro y picante bohemio de clase media o media alta que, opuesto al burgués, era un paseante que realizaba postales urbanas dentro y desde la periferia de la multitud como un «pintor de la vida moderna»—, Mairal, quizá sin esa excentricidad y con un narrador posmoderno que también demuestra duda y vulnerabilidad, se convierte en el común observador (o mediador) de la realidad inmediata y fugaz, un ojo omnipresente capaz de resistir el shock del sobreestímulo de los tiempos digitales y de los medios masivos de comunicación hiperveloces para elegir meticulosamente los detalles que importan y replegarse a escribir estos relatos tan sagaces captando la esencia de un momento irrepetible o haciendo una reflexión aguda y agria, base de toda cosmovisión, en o sobre la marcha.
En Esta historia ya no está disponible Pedro Mairal genera burbujas de sentido en un mundo dominado por el scroll de las redes sociales.
Pero estos escritos también condensan las contradicciones así como las concesiones que la era digital puede proveer a la ficción: tiene alma de un extenso fanzine que incluye un epistolario con la escritora Tamara Tenenbaum en plena pandemia, cuentos, crónicas, columnas de periódico, diarios sobre intimidades de la vida privada (rutinas de padre, detalles del barrio donde vive el autor, relaciones con escritores, vocación, amor, amistad); reflexiones; una crónica de viaje por Uruguay; almuerzos en Montevideo con Elvio Gandolfo y un descargo acerca de las redes sociales: en el cuento que da nombre al libro, declara: «Alguien borra una historia de Instagram y a los demás les aparece una pantalla negra con esa frase, “Esta historia ya no está disponible”. ¿Qué borraron y por qué? Creo que ahí se esconde la única literatura posible de esta época». Y, como todo flâneur, narrar es también camuflarse con múltiples caras y filtros: «Soy muy histérico escribiendo. Te lo cuento pero no te lo cuento […] Me escondo, me muestro, me niego, me declaro, miento, me confieso», dice el narrador en Esta historia ya no está disponible.
Resulta difícil encasillar en un solo estilo este volumen, pero hay algo interesante en esa imposibilidad, pues en este mundo en que nos sentimos atrapados por las redes sociales («en realidad se llaman así porque quedaste enganchado como un pescadito. Ya no podés escapar», nos dice en «Red de redes»), hay un más allá, un ojo filoso que capta los momentos más profundos y de conciencia menos domesticada que marcan la diferencia entre qué contar y lo que no. Lo borrado, lo no leído, lo descartado, narrar desde la periferia será tal vez la literatura que mejor hablará de nosotros en el futuro, «una lección de advertencia frente a los eufemismos, las frases hechas, los lugares comunes, y una manera de señalar diamantes escondidos en el barro».
«Lo borrado, lo no leído, lo descartado: narrar desde la periferia será tal vez la literatura que mejor hablará de nosotros en el futuro».
La pregunta, entonces, es: ¿de cuántas cosas nos perdemos por tener la mirada atenta a una pantalla? Mairal responde para calmar esta angustia: en cada relato hay un sinfín de singularidades entre las cosas que ocurren alrededor, aunque no tengamos la destreza de un observador apasionado; perdida la mirada, el poder de resumir, las imágenes nos llegan en quince o treinta segundos y buscan explicarnos lo obvio promocionando un único estilo, una publicidad encubierta de la vida misma. En «Modos de dormir», por ejemplo, lo que semeja una publicidad se desentraña y desarma el ritmo, la escena, las posturas de una «coreografía lenta de dos personas durmiendo».
La vocación melancólica en setenta y siete historias —repartidas en cuatro libros — escritas en diferentes momentos con distintas excusas; algunas fueron publicadas en el diario brasilero Folha de São Paulo, otras en medios de la Argentina y Uruguay, pero une a todas como lazo la inspiración en un narrador que siempre encuentra la anécdota justa donde otros apenas vemos el devenir silencioso y monótono de lo diario.
Entre nuestros textos favoritos podemos destacar «El equilibrio», donde un padre enseña a su hijo a andar en bicicleta en tiempos de la PlayStation; en «Perros al alba», los ladridos de unos perros que el paseador ata a un poste despiertan al narrador todas las mañanas; las reflexiones que suscita la espera de un pedido olvidado por un empleado de McDonald’s en «Furia importada»; la mudez luego de una experiencia en la Feria del Libro de Frankfurt y un día en Berlín («El mudo de Berlín»); «El subrayador», un texto sobre un misterioso hombre que descubre perlas en los diarios matutinos; «Esta historia ya no está disponible», donde en un viaje a Uruguay se revela que la introspección y el tiempo son los pilares de las emociones; o «Los tímidos», una oda a quienes les cuesta el lado frontal de la vida. Pero tenemos tanto y tan variado para elegir que cada lector, sin duda, podrá establecer (o tal vez lo haga el algoritmo de sus redes sociales) su recorrido esencial.