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Escribir, un acto de rebeldía y resiliencia 

Escribir, un acto de rebeldía y resiliencia 

La narrativa española de los años cuarenta y cincuenta no estaría completa si no se mencionara a su exponente más relevante, Carmen Laforet. Tal fue su impacto, que desde su primera novela dejó huella: con su novela Nada, un retrato de la posguerra y los inicios de la etapa franquista, inauguró el premio Nadal, en 1944. 

Quizá una de las mayores virtudes en el estilo de Laforet, que le hicieron merecedora de premios y del reconocimiento de los lectores, es la definición de sus personajes. Los protagonistas de sus novelas son un reflejo transparente y vivo de la búsqueda de estabilidad y certezas, posterior a un acontecimiento que crea incertidumbre, devasta sueños y genera todo tipo de dolor.  

Andrea, la protagonista de Nada, es un ejemplo literario de los jóvenes que comienzan a salir de la tradición familiar para cumplir sus metas personales. Se trata de un texto casi autobiográfico -a lo largo de la novela se desarrollan escenarios que Laforet vivió- y que lleva a Andrea a narrar las experiencia de una joven lista para descubrir una ciudad y los mundos que transita. 

La Barcelona de los años cuarenta se vislumbra tras cada paso da la protagonista, de tal forma que sus experiencias personales también se convierten en la crónica de una ciudad, su sociedad, el ambiente que impera y las emociones que van dejando paso a otras nuevas. Toda una época queda retratada tras la mirada de Andrea y la narrativa de Laforet. 

Si esto logró la escritora con su ópera prima y su personaje central, ¿qué tanto no habrá crecido con sus siguientes trabajos? Para cuando publica La mujer nueva (1955), Laforet no solo crea un personaje sólido, sino que le impregna de un sólido contexto para fortalecerle. Así conocemos a Paulina, con quien la autora sienta las bases de algo poco o nada conocido en la España franquista, la literatura feminista.  

La mujer nueva es retrato de una mujer rebelde, que vive en medio de los cánones rígidos de la sociedad española previo a la guerra civil. Así, Paulina emprende ante los ojos de propios y extraños su independencia marital, emocional y social.

«Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida.»

Ese empeño en la construcción de personajes persistió a lo largo de la trayectoria de Laforet, a pesar de las pausas cada vez más amplias entre una novela y otra. Tras su ópera prima se incrementaron las expectativas hacia sus siguientes obras. Nada le había abierto el mundo literario de manera prematura. Pero ser escritora es una profesión demandante y ella lo tenía claro. Conforme pasaron los años, escribió cada vez menos; incluso llegó a un punto de inflexión en el que dejó de hacerlo. 

Previo a este final narrativo, Laforet publicó La insolación y Al volver la esquina. Éstas serían parte de una trilogía llamada Tres pasos fuera del tiempo, que no concluyó por razones de salud -pero sí sabemos el nombre de la tercera entrega, Jaque Mate.

«¿A quién perjudico? A mí misma… Antes, estaba decidida a abandonar a mi propio hijo por Antonio… Ahora parece que solo tenga miedo al infierno… Desde luego que sí, Ni un paso en falso…»

La lectura de La insolación y Al volver la esquina nos pone frente a la evolución de la narrativa de Carmen. Ella enlaza la vida de un joven, Martín Soto, a los hermanos Corsi, Carlos y Ana. La añorada libertad que se quiere desde niños y que se cree alcanzar en la edad adulta, es la protagonista sin nombre de esta historia y un rasgo que, sin duda, la autora procuró darles a sus protagonistas desde sus primeros textos. 

Como lo escribiría la propia Laforet, para ese punto su “escritura entraba en una nueva  fase de creación más continuada, más consciente”. Ella se cuestiona a sí misma: “¿Quiere decir esto que considero esta trilogía como lo mejor que he escrito? No, en absoluto. La considero un comienzo de lo que puedo escribir”. 

Carmen Laforet escribe la historia de Martín sin pedir permiso y se da la oportunidad de ser la conciencia de éste. La autora se vale de todo recurso literario existente para dar al lector la posibilidad de ver, escuchar y sentir a nuestro protagonista y su mundo.  

La bibliografía de Laforet es corta si se le compara con otros de sus contemporáneos. Pero sin duda, cada título tiene su impacto en cada lector que se acerque a sus páginas y en la historia de la literatura.

¿Por qué escribimos los novelistas? En primer lugar vamos a narrar algo. Cuidada o descuidadamente, con más o menos talento, vamos a narrar. 

Picture of Carmen Laforet

Carmen Laforet

A los dos años se trasladó con su familia a Canarias, viviendo en Las Palmas. Allí permaneció hasta los dieciocho años. A esta edad marcha a Barcelona donde estudia, durante tres años, en la Facultad de Filosofía y Letras. En 1944 obtiene con Nada el Premio Nadal, en su primera convocatoria, y se convierte en la revelación de la narrativa española de posguerra, abriendo nuevos horizontes a nuestra literatura. Dos años después se traslada a Madrid, donde contrae matrimonio con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales y se instala definitivamente. De la misma autora son La isla y los demonios, La llamada, La mujer nueva (Premio Mallorca) y La insolación. Aunque nunca deja de escribir, en la década de 1970, aquejada de frecuentes depresiones y separada de su marido, Carmen Laforet se retira. Tras su fallecimiento en 2004, la editorial Destino publicó una novela inédita, Al volver la esquina, continuación de La insolación.

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