Manifiesto: formato de expresión pura, declaración pública de principios e intenciones, de naturaleza política o artística.
Los más renombrados: el Manifiesto Comunista, el Surrealista de André Bretón, el Dadaísta de Tristan Tzara, el Futurista de Marinetti, el Contrasexual de Preciado y el Criptoanarquista de Tim May. Cada uno de estos textos históricos traza un mapa de la sociedad de entonces y nos muestra caminos diferentes, válidos, profundos, con millones de intersecciones, variaciones y tonos.
Nuestro manifiesto: Sucede leyendo
Un fantasma ronda por los libros. Es el del desuso, el de lo obsoleto. Libros de mesa de luz, de adorno, en pilas repletas de polvo. Aborrecemos el adorno. La lectura cambia de formato, pero el alma de la literatura es antagonista de la autoayuda; sus palabras procesadas y complacientes no entran en nuestro mapa.
Sucede leyendo: dos palabras que se refieren a una acción de la vida cotidiana, del subconsciente que maneja la fórmula del devenir. La imperfección de un gerundio hace a la acción necesaria, imposible de abandonar: quiero leer, quiero seguir leyendo, me suceden cosas cuando leo, leer me salva. ¿Qué nos salvará cuando terminemos de leer? Nunca se termina.
Un libro es un continuo devenir de vida, de futuro, de idilio.
Un libro es un continuo devenir de vida, de futuro, de idilio. El que lee es también los demás lectores de aquel libro que supo hacernos fuertes o sacarnos lágrimas, o dejarnos un día pensando en el ayer, en el mañana, en el ahora.
Un libro es un momento que no termina jamás.
Romper con la solemnidad de la comunicación de la literatura comercial, romper con el destrato de las lecturas obvias, suaves, intrascendentes.
¿Por qué las redes sociales se empecinan en ocupar el lugar ganado por autores brillantes durante siglos? ¿Por qué resulta tan fácil creer que una frase compuesta en un post puede quitarle espacio a una obra maestra que tomó meses, años, siglos de escritura?
Sucede leyendo es real, tangible, fácilmente evocativo de la vida de cada lector, de cada humano que transita por las estanterías de una librería o escondido en su hogar, con un mouse como herramienta, esperando el libro deseado detrás del dintel de un refugio.
Comprar un libro es un acto íntimo, individual, independiente; no hay publicidad, ni frase, ni imposición que pueda torcer el deseo de estar a solas con él.
El libro es mucho más que un libro: es una obra de arte que cada lector va a transitar, a vivir y a dejar que caliente su sangre.
Esta noche, justo antes de dormir, cabeza en la almohada, van a pensar en todo aquello que sucede cuando leen, en lo que leyeron y en su devenir. Van a dormir con el libro en la mano, con las letras en la retina, con los personajes junto a su cuerpo, creyéndose parte de la historia que ya los atraviesa.
La necesidad de comentar, de compartir, de volver a ver y leer. Acariciar la tapa y gritar en la calle que somos libres, que somos libros y que hay otros como nosotros que son y serán parte de esta web: la red que la literatura necesita para ser más y mejor literatura.
El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestro juego. Y aunque la trama ideal no existe, puede construirse; el lector no sabe de dónde viene ni por qué está ahí. Solo se sabe leyendo, soberano.
Leer es divertido, pero leer el libro que estábamos necesitando es más divertido aún. Leer es la prioridad: todo lo que estorbe deberá hacerse a un lado. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestro juego. Y aunque la trama ideal no existe, puede construirse; el lector no sabe de dónde viene ni por qué está ahí. Solo se sabe leyendo, soberano.
El libro y los lectores funcionan por atracción.
Un libro en la biblioteca no llama mundo al estante. Pero un lector con un libro en la mano hace de la lectura su mundo y construye las bases, el presente, la historia… El libro y los lectores funcionan por atracción. El imán es invisible, artístico, y suma cada vez más líneas al cyberespacio, como un libro infinito que nunca deja de escribirse.
Lo maravilloso no siempre es igual en todas las narraciones; participa de cierta clase de revelación general de la que solo percibimos los detalles que hacen la diferencia, los que distinguen a los personajes, los que observan lo indecible, los que reconocen los finales como grandes comienzos.
Leer lo maravilloso no solo depende de la magia que llega como bálsamo. Para conocer sus secretos solo es necesaria una pluma que genere carcajadas.