En gran medida la fascinación que inspiran los asesinos seriales se consolidó mediante el morbo indiscriminado y alarmista de los medios de comunicación, el cual nos fue heredado por la sociedad de finales del siglo XX; ahora esa seducción encuentra una sugestiva y perturbadora, pero interesante interpretación, en el libro La sabiduría de los psicópatas. Su autor, Kevin Dutton, conecta el análisis científico acompañado de referencias literarias y culturales —Herman Melville, Winston Churchill, Lady Macbeth y hasta Homero Simpson son citados con elocuencia— con lo cotidiano para hacernos cuestionar lo que consideramos «normalidad» y aterrizar en postulados no solo inesperados, sino muy cercanos a nuestras actitudes e incluso útiles para la vida.
A partir de experimentos sociales simples en su ejecución, pero de trasfondo muy elaborado y agudos en sus pretensiones, Dutton, doctor en Psicología y miembro de la Royal Society of Medicine, hace una crónica de diversas investigaciones que nos llevan atrás sobre la senda de la evolución humana hasta llegar al estado primario de los impulsos que caracterizan el comportamiento de los asesinos seriales; en la mayoría de los casos se trata de una respuesta a la interacción entre nuestra naturaleza de supervivencia y un entorno hostil, perspectiva actual y reflexiva que les brinda un nuevo sentido.
Por medio de sus acciones infames y brutales, monstruos de la talla de John Wayne Gacy, Ted Bundy, Charles Manson y Jack el Destripador, por mencionar a algunos, se convierten en objetos de estudio para entender los rasgos de personalidad que comparten. Comprendemos entonces que esas mismas características, si bien en ellos alcanzaron niveles exacerbados y esto los convirtió en bestias asesinas, en distintas combinaciones y porcentajes hacen la diferencia entre la psicopatía disfuncional y generalmente violenta, y otra funcional.
Con esto queremos decir que los rasgos mencionados en dichos personajes también están presentes en personas que han alcanzado un desempeño brillante y son aplaudidos en distintas áreas como los negocios, la política, el espectáculo, el deporte e incluso la desactivación de bombas y la exploración espacial; pareciera delgada la línea que divide a un grupo de otro, apenas una serie de decisiones tomadas de distinto modo ante lo que el Joker de la célebre versión de Alan Moore —la novela gráfica La broma mortal— definía como «tener un mal día»; es decir, aquello que puede conducir a la locura.
Los dilemas morales, los mecanismos mentales detrás del encanto aparente y la capacidad de manipulación, lo endeble de su sentido común y los puntos de desconexión emocional que permiten observar a detalle la realidad, pero sin atisbo de sensibilidad ante las circunstancias o empatía hacia otra persona, aquí son diseccionados, cuantificados y explicados en esquemas, cuadros sinópticos y disertaciones junto con ejemplos simples y charlas de aire casual con profesores, neurocirujanos y por supuesto psicólogos; pese a la cantidad de datos y el rigor de la exposición, la experiencia de lectura de La sabiduría de los psicópatas es tan reveladora como cálida y ágil.
Todo, además, apunta a las entrañas del mundo virtual, de redes sociales y post reality shows en el que hoy estamos inmersos, donde crearse nuevas identidades, establecer relaciones a distancia y hacer pública la vida privada es cosa de todos los días y va en función de excesos creativos en los que se sacrifica la dignidad en favor del entretenimiento y la búsqueda de fama.
Lejos de perpetuar el estatus de celebridades que en su momento la televisión y los diarios otorgaron a los asesinos seriales, o de caer en una intelectual apología del crimen, La sabiduría de los psicópatas (publicado en México bajo el sello Ariel) empuja a atender al pensamiento analítico para entender y dimensionar los conceptos clínicos con mayor certeza, y de paso nos hace cuestionar los prejuicios acerca de este comportamiento y su uso como método de control social por medio de las etiquetas y el estigma.