“Nosotros, aquellos a quienes nadie quería, queríamos muchas cosas”. En esta frase se condensa una de las principales premisas del libro El idealista, un thriller que es también una obra maestra del escritor estadounidense de origen vietnamita Viet Thanh Nguyen, que cuenta los padecimientos de las reeducaciones del régimen comunista en el Vietnam de la postguerra, así como sus consecuencias.
Continuación de El simpatizante, ganadora del premio Pulitzer a la mejor novela de ficción en 2016, El idealista retoma la historia de Vo Danh (nombre que ostenta el protagonista de la saga, antes anónimo, en su nuevo pasaporte) cuando este atraviesa su tercer exilio. Ahora el personaje se encuentra en París, bajo las órdenes de un jefe despótico y mafioso, y de su tía, o su falsa tía, quien los aloja a él y a Bon, su compañero de infancia y de refugio, un asesino anticomunista que desconoce los verdaderos pensamientos de su colega.
La tía, editora de profesión, lee con ojos literarios, expertos, la confesión de más de trescientas páginas que escribió Vo: un intento de abrir la puerta hacia una nueva vida, o a la misma, pero libre. Por lo pronto, nuestro protagonista busca redimirse a través de la venta de hachís a los intelectuales de izquierda franceses que su tía postiza frecuenta (y no pierde oportunidad de quedarse con una porción del pastel).
Vo Danh es una persona sensible, llora ante el primer desfalco, ante la intuición de la violencia y la violencia misma, pero también llora por sus recuerdos, por reflexionar sobre el comunismo, Mao, el capitalismo, la guerra, su padre de origen francés y la trágica historia de Vietnam (primero vapuleada por los galos, luego por los americanos y al final por los vietnamitas mismos).
“No hay peor verdugo que el que agrada.”
Ante esas situaciones, El idealista está llena de reflexiones tajantes de alta calidad literaria, capítulos dedicados a entender las doctrinas del mundo asociadas a las oposiciones políticas y filosóficas. Estos pensamientos profundos son de una claridad escalofriante. Los temas se asocian siempre a los extremos, a los sufrimientos de la gente, a la política mezclada con la esencia de la vida, e incluso por momentos se discurre sobre el amor, la vida, el abandono, lo que hace del protagonista un verdugo querible. No hay peor verdugo que el que agrada.
Pero eso no es todo, lo que más atraviesa al personaje protagónico de El idealista es la reeducación y todo lo que atañe a una vida difícil como espía, infiltrado y prisionero. Vo Danh está profunda y absolutamente consciente de las torturas, de la violencia que ejecuta. En el fondo culpa directamente a los franceses, que destruyeron su país, que enseñaron con torturas un supuesto camino del bien: “No hacía falta que los franceses nos condenaran. Mientras habláramos en su idioma, ya nos condenábamos solos”, sentencia el autor de la novela.
Nguyen maneja perfectamente la psiquis del migrante, pero no de cualquiera. Su protagonista no busca solo un bienestar económico: busca la libertad, aunque para ser libre haya que matar en nombre de una revolución, en nombre de la nada misma, en nombre de la sangre.
Todos los padecimientos que sufrieron, aquel odio contenido, no pueden sino matar. Lo único que hay a mano es la violencia que conocieron desde pequeños. ¿Cómo se sale de ella cuando una sociedad entera está inmersa?
Viet Thanh Nguyen maneja perfectamente la psiquis del migrante, pero no de cualquiera. Su protagonista no busca solo un bienestar económico: busca la libertad, aunque para ser libre haya que matar, en nombre de una revolución, en nombre de la nada misma, en nombre de la sangre.