El 24 de junio de 1955 muere Alejandra Vidal, personaje de Sobre héroes y tumbas. Quienes lean esto dirán que hemos empezado por el final de la historia, pero no. Podríamos decir que Ernesto Sabato es un maestro de los spoilers, pues suele revelar los finales desde el inicio de sus historias, y lo hace con maestría, porque logra que lo importante sea el desarrollo, mas no el desenlace.
Pero regresemos a la fecha. En una vida llena de coincidencias, el día señalado al inicio de este texto corresponde al natalicio del propio Sabato. No sorprende del todo esta casualidad, pues fue un escritor que construía a sus personajes a su semejanza: como él, estos decidían al final todo lo contrario a lo que se habían propuesto al inicio.
“En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío”
Primera novela de Ernesto Sabato. En ella, el autor quería que su lado irracional saliera a la luz. Esto lo desarrolla a partir de su protagonista, Juan Pablo Castel, pintor y asesino confeso de María Iribarne, quien reta al lector a leer sus motivos.
La narrativa de Sabato permite que surja una especie de complicidad entre el lector y el personaje principal. De alguna forma, terminas acompañando a Juan Pablo en esa soledad en la que vive y le ayudas a detectar cualquier acción que, por mínima que sea, detona un cambio trascendental en él.
Castel, quien representa en los hechos a un ser que no controla nada, alejado de él mismo busca encontrar un lenguaje para comunicarse con los demás. Solo una persona lo ha comprendido: María, por lo que la esperanza de ser visible aparece; sin embargo, María y Juan Pablo caminan por túneles separados, cada uno representa el caos y la esperanza de la vida, hilo conductor de la trilogía de Sabato.
“Cuando volví a mi conciencia, un formidable cansancio dominaba a mi cuerpo, como si en sueños hubiese llevado a cabo trabajos colosales”
Ernesto Sabato afirmaba que “la novela es el género más indicado para ofrecer una cosmovisión integral que contenga lo mental e instintivo, lo racional e irracional”. Publicada en 1961, escrita en dos líneas temporales que el lector puede identificar fácilmente, con personajes que vienen y van entre ambos tiempos, Sabato muestra en Sobre héroes y tumbas el pasado, el presente e incluso rasgos del futuro de la sociedad retratada en su historia, tanto a nivel individual, como general.
Los protagonistas son descendientes de las familias Lavalle y Olmos. Ellos nos llevarán al plano de la grandeza así como al de la derrota: Alejandra Vidal Olmos y Martín del Castillo, respectivamente, representan la unión de dos sociedades, una en decadencia y otra emergente. Con el peso del pasado deambulamos por la Buenos Aires de 1955, para enfrentarnos a los aspectos distintivos de Argentina, como la política, el fútbol, las costumbres, el género, la metafísica, la ausencia de Dios, la soledad, la alucinación, la extravagancia, la mujer y el mismo autor.
Mención especial merece el capítulo “Informe sobre ciegos”, protagonizado por Fernando Vidal Olmos, padre de Alejandra. Él, con una personalidad oscura, ha decidido aceptar su maldad para escrutarla y sumergirse en el inframundo de las historias de la verdad, de esa realidad que se vive en lo irracional. En voz de este personaje, Ernesto Sabato enuncia una oda a la locura, una conspiración de ciegos para conquistar el mundo, un texto que rompe de manera abrupta la narrativa de los primeros capítulos con toda la intención de retratar la carga del hombre actual y el constante anhelo por el pasado.
“Nuestra civilización está enferma. No solo hay explotación y miseria: hay miseria espiritual, Marcelo”
La última novela de Ernesto Sabato, en donde lo convencional es desafiado por el apocalipsis, todas las obsesiones y pesadillas del hombre son reveladas. Se trata de una obra que culmina y engloba el pensamiento del autor, tanto de sus novelas como de sus ensayos.
Otra peculiaridad de este título es que el propio escritor se plasma como personaje y a su vez invita a personajes de sus otras ficciones, a fin de que lo acompañen en el desenlace de sus recuerdos y vivencias. A partir de ahí, Sabato convierte lo cotidiano en extraordinario: el autor está tanto dentro como fuera de la narrativa, ambas versiones se bloquean y los demonios de cada uno aprovechan esta ventana para ganar, terminar con todo lo que hay a su paso.
El temor, la desolación e impotencia se palpan al pasar las páginas, no solo por las descripciones que hace el autor, sino porque pareciera que las ficciones creadas en los universos de Sabato son ya una realidad: la deshumanización del hombre y el mismo Abaddon.
“No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí”
Cinco cartas y un epílogo conforman este libro, en el que Ernesto Sabato retrata las consecuencias de los vínculos entre el hombre y los adelantos de la ciencia en todas sus ramas, el significado de los valores hoy en día, la no búsqueda de trascender como ser humano, dejar a un lado lo material e interiorizar en el ser, tener la fortaleza para defender lo real y lo que no es efímero, resistir y persistir en la idea de que aquello que nos hace humanos está entre nosotros.