La perpetua transformación que vive la Ciudad de México pareciera estropeada, pues sus calles añejas ahora están paralizadas. Es el año 2025, y hombres y mujeres desaparecidos, aparentemente vueltos piedra, son parte del gris escenario. Ese es el punto de partida de la nueva novela de Aura García-Junco, Mar de piedra.
El grueso de la población ha aprendido a vivir en esta realidad: la desaparición de personas es un fenómeno común y ya es una costumbre caminar por la calle Madero del Centro Histórico para encontrarse y venerar las estatuas de amigos, parientes y conocidos.
En este mundo distópico transcurren las vidas de Sofía, Luciano y Ana. La primera, una maestra universitaria; él, un hombre desilusionado y con problemas de alcoholismo; y la joven Ana, tan enojada con su propia vida. La desaparición de Eloísa, pareja de Sofía, ocurrida varios años atrás, será la extraordinaria coincidencia que unirá a estos tres personajes.
Valiéndose de las técnicas del thriller especulativo, Aura García-Junco logra traer a cuento problemas latentes, como la desaparición de personas. Aunque Mar de piedra es también un tratado sobre la marginación, una prueba de que, a pesar del paso del tiempo, las líneas sociales son lo único que pareciera no desaparecer; así sucede con Sofía, quien tiene que ocultar sus preferencias sexuales; Ana, que después de sufrir una violación, se enfrenta en su temprana juventud a vivir con un empleo mediano y con el recelo sembrado; y Luciano, víctima de las consecuencias de su alcoholismo.
El insólito fenómeno de petrificación junto con la propagación de los mattangs —mapas que, según los creyentes, revelan el destino a quien sepa leerlos— hacen de este libro una metáfora de un mundo paralizado por el egoísmo, la desconfianza, la discriminación y la violencia; al mismo tiempo, Mar de piedra es una reflexión sobre la ausencia de los seres queridos y los sostenes espirituales de la gente.
Gracias a los nulos límites en su acto creativo, la autora, considerada una de las mejores narradoras jóvenes en español, alcanza la esperanza, y con su narrativa toca el amor y el florecimiento de la vida. El transcurrir de los personajes a través de la novela siempre va guiado por la afección a una pareja, a algún ser cercano o a ellos mismos; es así que Sofía y Luciano se encuentran frente a la misma estatua y las dudas sobre si representa a quien siempre habían buscado; o que Ana, impulsada por el amor que le profesa a su madre, su única familia, se mantiene crítica y cercana a ella.
Creencias que se manifiestan de distintas formas. Los personajes a los que da vida García-Junco se mantienen firmes, ya sea en la confianza de encontrar a Eloísa o algún rastro de ella; en enamorarse de nuevo o en hallar sitios física y emocionalmente seguros. En definitiva, aprenden que el ser humano necesita apoyos eternos para mantenerse y andar. El mattang resulta una metáfora dentro de la metáfora, pues demuestra que detrás de las inseguridades y desconfianzas, siempre habrá algún amuleto o creencia en la cual sostenerse, especialmente cuando todo parezca haberse desvanecido.