¿Cómo te sentirías si un día como cualquier otro te despertaras y ya no recordaras lo que es una flor, si los objetos cotidianos desaparecieran de tu memoria como por arte de magia? En La Policía de la Memoria, novela distópica de Yoko Ogawa, estos sucesos de lo más extraños atemorizan a toda una isla.
Pájaros, árboles, peces, agendas y relojes son cosas a las que quizá no les prestamos mayor atención, sumergidos como estamos en la urgencia de nuestros empleos o quehaceres. ¿Pero qué sucede cuando estas pertenencias son forzadas a desvanecerse de nuestra memoria? ¿Qué sucede cuando lo que más necesitas desaparece sin ninguna razón? Yoko Ogawa expone una manera de transitar esta posible realidad.
Desde objetos y alimentos hasta partes del cuerpo, todo se difumina. No solo se evaporan sus formas ante los ojos de los habitantes de esta isla, sino que también es imposible nombrarlos y hasta recordar la existencia de ellos. Las palabras quedan encerradas en unas bocas desesperadas que ya no las pueden pronunciar. Un pozo sin fondo del cual es imposible salir.
La protagonista de La Policía de la Memoria, de Yoko Ogawa, es una joven escritora con varias novelas publicadas. Escribe para no olvidar y, aun así, le cuesta. Es sometida a una “inspección de recuerdos”, al igual que el resto de los habitantes de esta isla, mediante la cual varias veces registran su casa y sus pertenencias. La Policía de la Memoria puede revisar hasta la última capa de polvo en busca de esos objetos que desaparecen de la mente de las personas.
En La Policía de la Memoria, de Yoko Ogawa, los personajes creados por la protagonista son icónicos y excéntricos.
Esta retrata a una joven que lo ha perdido todo, hasta su propia voz. Incapaz de pronunciar una palabra, se entrega a su único método de comunicación posible, su máquina de escribir. Una semejanza con su propia vida, una mujer que de a poco lo va perdiendo todo y se sume en una profunda soledad.
En este contexto de terror generalizado, la joven escritora pone en riesgo su vida y decide esconder a su editor en una especie de sótano que construye en su casa. Este conserva íntegros todos sus recuerdos, capacidad que puede hacer que la Policía de la Memoria se lo lleve y lo desaparezca, dejando sola a su mujer y a su hijo recién nacido.
Todo aquel capaz de recordar corre una prueba contrarreloj en busca de un posible escape, una huida hacia su destino. Ante la menor sospecha, no hay piedad ni contemplaciones. La Policía ejerce su rabia, arrasa y destruye los pocos recuerdos que se buscan atesorar.
La joven novelista creada por Yoko Ogawa vive en el límite entre la realidad y la fantasía, caminando entre contornos difusos. Una especie de lobo solitario, que toma como únicos amigos a un anciano que conserva memorias de sus padres y le ayuda a recordar a su editor y a un par de libros, los cuales son la única herencia de su madre fallecida.
Una historia en donde se borran todos los límites de las identidades humanas, hasta culminar en polvo.
La Policía de la Memoria, de Yoko Ogawa, es tan brutal que desenmascara los engranajes de una dictadura y, con ello, del control social. Hay una obligación asociada al olvido y a la posterior censura. Bocas clausuradas y mentes que no pueden recordar aunque se esfuercen. Y las que lo logran son sometidas a secuestros y desapariciones por parte de los oficiales de la Policía de la Memoria. Una historia en donde se borran todos los límites de las identidades humanas, hasta culminar en polvo.
Con una prosa desgarradora y penetrante, Yoko Ogawa nos impresiona; su obra explora la sumisión, la rebeldía de los personajes, y resuenan como campanas fúnebres los pasos inevitables hacia la decadencia humana.