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Historias de la palma de la mano: un libro indispensable

Historias de la palma de la mano: un libro indispensable

El volumen Historias de la palma de la mano, del Premio Nobel japonés Yasunari Kawabata, compendia relatos cortos escritos por el autor durante un periodo de cincuenta años, desde 1923 a 1972, ordenados cronológicamente.
En estos textos breves —a veces casi inacabados; en ocasiones brumosos, cercanos a la ensoñación; otras veces potentes, descarnados—, se despliega el amplio interés temático que conforma el imaginario de Yasunari Kawabata. La sensibilidad y la sutileza, tantas veces presentes en la tradición japonesa, se exponen con un grado magistral de refinamiento y economía de recursos para construir sentido.
El recorrido cronológico permite no solo apreciar la evolución estilística del autor, sino que también presenta el devenir mismo del Japón, los conflictos culturales de los años veinte. Se trata de una década marcada por profundas transformaciones, que incluyen desde el voto universal hasta el triunfo del nacionalismo, el cual acabará dominando el panorama político, con especial énfasis en los valores japoneses tradicionales y un profundo rechazo a Occidente, pasando por el pesimismo y la humillación de la posguerra. En esos diversos contextos, la literatura de Yasunari Kawabata ofrece un delicado equilibrio entre la tradición literaria japonesa y las modernas técnicas narrativas occidentales.

La sensibilidad y la sutileza, tantas veces presentes en la tradición japonesa, se exponen con un grado magistral de refinamiento y economía de recursos para construir sentido

Así como otro grande nacido en el año 1899, Jorge Luis Borges, que aun con su postura anglófila y su refinado cultismo actuado hasta la exasperación fue el más argentino de los escritores argentinos, Yasunari Kawabata supo conjugar el espíritu de lo nacional, de la tradición nipona, como nadie, aunque abogó por la apertura del Japón en forma activa desde su lugar como integrante de la vanguardia intelectual.
Su discípulo, el enorme Yukio Mishima, lo expresó claramente: “las obras de Yasunari Kawabata unen la delicadeza con el vigor, la elegancia con la conciencia de lo más bajo de la naturaleza humana; su claridad encierra una insondable nobleza. Son modernas aunque directamente inspiradas en la filosofía solitaria de los monjes del Japón medieval”.

Yasunari Kawabata supo conjugar el espíritu de lo nacional, de la tradición nipona, como nadie.

Las historias

El refinado estilo de Yasunari Kawabata, la búsqueda de la belleza como fondo y forma, se inscribe dentro un linaje que comparte con autores contemporáneos a él, como su discípulo Mishima, Ryūnosuke Akutagawa o Junichirō Tanizaki: todos ellos fascinados con la apertura hacia Occidente para construir un recorrido que uniera lo ancestral con lo moderno.
En este juego de establecer puentes entre pasado y futuro confluyen el erotismo, la sensualidad, el deterioro físico y la construcción de la memoria con la perplejidad ante los caminos que toman los cuerpos, las decisiones y lo inescrutable de la naturaleza humana. La brevedad, el poder de síntesis, la obcecada búsqueda de la belleza, la amplitud temática y de registro, contribuyen a edificar una obra compleja con elementos simples, una suerte de condensación de sentido por acumulación.
Los textos de este volumen no son cuentos en el sentido canónico; caben en la palma de una mano, según Yasunari Kawabata, y se insertan en una tradición literaria que tiene al haiku como versión brevísima de la poesía. Estos esbozos, apuntes, imágenes, confidencias o retazos, construidos desde la sensibilidad, el estupor o la melancolía, son el correlato, inmenso en su concisión, de la más pura narrativa japonesa.

Nuestro elegido de este fascinante libro es un cuento que constituye una pequeña muestra, densa y concentrada, del universo de Yasunari Kawabata. 

La fascinación que produce “Canarios”, en su brevedad, se potencia mediante una sensación poderosa: los hechos son ajenos a cualquier voluntad. En esa clausura volitiva, la inmanencia de un equilibrio perturba un escenario ya de por sí extrañado, roto: se murió la mujer que mantenía con vida esos canarios que ya no tienen razón de ser. Y la voz narrativa lo enuncia, lo repite: “lo diré de nuevo: fue porque mi mujer estaba aquí que los pájaros han vivido hasta el día de hoy”; tras esa muerte dolorosa, desgarradora, el recuerdo de la amante y, por añadidura, la presencia de esa pareja de canarios, se vuelve imposible.
Así nos hace viajar Yasunari Kawabata. Abróchense los cinturones: van directo a lo mejor de la literatura nipona.

CANARIOS

Señora:

Me veo obligado a romper mi promesa y una vez más le escribo una carta.

Ya no puedo tener conmigo por más tiempo los canarios que recibí de usted el año pasado. Era mi mujer la que siempre los cuidaba. Yo me limitaba a mirarlos, a pensar en usted cuando los observaba.

Fue usted quien dijo, ¿no fue así?: “Usted tiene una mujer y yo un marido. Dejemos de vernos. Si por lo menos usted no tuviera mujer. Le entrego estos canarios para que me recuerde. Obsérvelos. Ellos son ahora una pareja, pero el vendedor simplemente tomó un macho y una hembra al azar y los metió en una jaula. Los canarios en sí no tuvieron nada que ver. De todos modos, por favor recuérdeme a través de estos pájaros. Tal vez sea desagradable entregar criaturas vivas como recuerdo, pero nuestra memoria también está viva. Algún día los canarios se morirán. Y, cuando llegue el momento de que mueran nuestros mutuos recuerdos, dejémoslos morir”.

Ahora los canarios parecen estar al borde de la muerte. La que los cuidaba ya no está. Un pintor como yo, negligente y pobre, es incapaz de hacerse cargo de estos frágiles pájaros. Lo diré claramente. Mi mujer se ocupaba de los pájaros, y ahora está muerta. Y como ella ha muerto, me pregunto si también los pájaros morirán. Y si así es, ¿era mi mujer la que me traía recuerdos de usted?

Hasta se me ocurrió dejarlos libres pero, desde la muerte de mi mujer, sus alas parecen haberse debilitado repentinamente. Además, estos pájaros no saben lo que es el cielo. Este par no tiene otra compañía en la ciudad ni en los bosques cercanos donde reunirse con otros. Y si acaso uno se fuera volando por su cuenta, morirían separados. En aquel entonces, usted aseguró que el hombre del negocio de mascotas simplemente había tomado un macho y una hembra al azar y los había metido en una jaula.

Y a propósito, no quiero vendérselos a un pajarero pues usted me los dio a mí. Y tampoco quiero regresárselos a usted, pues fue mi mujer la que los cuidaba. Por otra parte, estos pájaros —de los que probablemente ya se haya olvidado— serían una molestia para usted.

Lo diré de nuevo. Fue porque mi mujer estaba aquí que los pájaros han vivido hasta el día de hoy —sirviendo como recuerdo suyo. Por eso, señora, deseo que estos canarios la sigan a ella en la muerte. Mantener su memoria viva no fue lo único que hizo mi mujer. ¿Cómo pude amar a una mujer como usted? ¿No fue acaso porque mi mujer permaneció conmigo? Mi mujer me hizo olvidar todo el sufrimiento. Ella evitaba mirar la otra mitad de mi vida. Si ella no lo hubiera hecho, seguramente yo habría desviado mis ojos o habría desalentado mi mirada ante una mujer como usted.

Señora, ¿no es correcto, entonces, que mate a los canarios y los entierre en la tumba de mi mujer?

Historias de la palma de la mano, de Yasunari Kawabata

Yasunari Kawabata

Yasunari Kawabata

Yasunari Kawabata, ganador del Premio Nobel en 1968, se suicidó a los setenta y dos años de edad. Huérfano desde los tres años, crítico literario en sus inicios, insomne perpetuo, admirador de la obra de Joyce y Virginia Wolf, cineasta en su juventud, lector voraz tanto de Tolstói como de las vanguardias europeas y solitario empedernido, Kawabata permaneció al margen de la política de su país durante la segunda guerra mundial. Fue, además, mentor y difusor de Yukio Mishima. Entre sus obras, muchas de ellas marcadas por la soledad y el problema del erotismo, destacan: La bailarina de Izu (1926), País de nieve (1948) y La casa de las bellas durmientes (1961).

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