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Ser o no ser William Shakespeare en el Día del Libro

Ser o no ser William Shakespeare en el Día del Libro

Nada más importante para la literatura contemporánea que la creación de la imprenta. Nada más importante para la literatura que leemos cada día, la que consumimos y tenemos como guía para llegar a los lugares que nos dictan las tramas y las historias, que los libros: el objeto, el contenido, el festejado.  

Cualquier amante de la literatura pensaría como algo lógico la existencia de un día para festejar a los libros. Pero esta conmemoración va más allá de sacar serpentinas y poner sobre la mesa un pastel de mil hojas cada 23 de abril. 

A partir de una declaración de la Unesco realizada en 1995, el Día Internacional del Libro se conmemora con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. “Al defender el libro y el derecho de autor, la Unesco apoya la creatividad, la diversidad y la igualdad de acceso al conocimiento”, detalla el organismo.  

Y surge una pregunta obligatoria: ¿por qué el 23 de abril y no el 12 de enero, día que nació Murakami (por elegir el cumpleaños de un autor que nos conmueve)? Pues bien, como si se tratara de un capricho de la historia, da la casualidad que el 23 de abril ocurrieron demasiados hechos en simultáneo: las muertes de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, tres de los autores más renombrados en la historia de la literatura, todos fallecidos en el año 1616.  

Desde Sucede Leyendo nos sumamos al festejo. Y lo hacemos tomando como centro a uno de los tres escritores mencionados arriba: William Shakespeare. 

Sí, el maestro William Shakespeare, que supo regalarnos las mejores obras de la literatura universal: Macbeth, Otelo, Hamlet, El rey Lear y Romeo y Julieta, entre otros títulos. No hay quien pueda hacer una crítica negativa de su dramaturgia, de los giros, de su ilimitada manera de mostrarnos las maravillas que se pueden inventar con el lenguaje.  

Shakespeare es dueño de las tramas más sorprendentes, del ser o no ser, de la muerte por amor o por dolor, e incluso de la risa, porque si hay algo verdadero sobre William Shakespeare, más allá del mito, es que escribía para aliviar al pueblo, al mundo, para entretenerlo de la cruda verdad de desconocer el verdadero sentido de la vida, ese agujero que acosa a los humanos. Y en esa búsqueda de sentido él, quizá, lo encontró.  

Solo una cosa podemos agregar ahora, algo muy banal pero simpático. Según nuestra humilde opinión, conociendo el porqué de su escritura, William Shakespeare fue el gran guionista de Netflix de su época. Esa plataforma que hoy, a través de sus distintas historias, alivia al pueblo, al mundo, de la misma cruda incertidumbre. 

Para defendernos de sus comentarios luego de haber leído semejante afirmación, citaremos una frase del mismo William Shakespeare, en su obra Otelo, para reflexionar sobre el sentido de la vida: “La honra no es más que una atribución vana y falsa que suele ganarse sin mérito y perderse sin motivo”. Creemos fehacientemente que William Shakespeare se estaría riendo al leernos.  

Pero como tal vez no sea una explicación suficiente, pensamos en Hamlet. En el acto cuatro, escena cinco, se da este diálogo: “Sabemos lo que somos; pero no lo que podemos ser”. Somos seres que se la pasan mirando películas, soñando convertirnos en los personajes que observamos.  

Luego, William Shakespeare nos lleva directo a Macbeth, porque una cosa es decir lo que pensamos, pero otra es hacernos cargo de nuestras reflexiones: “Es menor un peligro real que un horror imaginario”. ¿Qué tiene que ver esto? Lo respondemos con otra frase de El rey Lear: “Calamidad de los tiempos cuando los locos guían a los ciegos”.  

El Día del Libro merece que juguemos con lo que supimos leer, con lo que los grandes maestros de la literatura nos dejaron como legado: el poder de la reflexión, de leernos a nosotros mismos en sus textos, de que un libro pueda hacernos felices al menos un rato en este mundo oscuro, en esta vida sin propósito claro.  

William Shakespeare

William Shakespeare

fue un dramaturgo y poeta inglés, considerado uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Hijo de un comerciante de lanas, se casó muy joven con una mujer mayor que él, Anne Hathaway. Se trasladó a Londres, donde adquirió fama y popularidad en su trabajo; primero bajo la protección del conde de Southampton, y más adelante en la compañía de teatro de la que él mismo fue copropietario, Lord Chamberlain's Men, que más tarde se llamó King's Men, cuando Jacobo I la tomó bajo su mecenazgo. Su obra es un compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana, donde destaca la fantasía y el sentido poético de sus comedias, y el detalle realista y el tratamiento de los personajes en sus grandes tragedias. De entre sus títulos destacan Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, El rey Lear, El sueño de una noche de verano, Antonio y Cleopatra, Julio César y La tempestad. Shakespeare ocupa una posición única en el mundo, pues sus obras siguen siendo leídas e interpretadas en todo el mundo.

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