Primera persona del singular, el nuevo libro de Haruki Murakami, consta de ocho relatos en los que se combinan los reencuentros, los viejos amores, la amistad y la música. La fantasía y la realidad parecen mezclarse hasta convertirse en algo homogéneo; la escritura de Murakami resulta tan hipnótica que el lector entra en un estado de sosiego absoluto. Da igual si el cuento trata de los Beatles, el reencuentro de un hombre y su excuñado, un fanático de beisbol que también es poeta, o de un mono masajista que habla con los clientes del hotel en el que trabaja. En todas las ocasiones, Murakami nos hace percibir su literatura como un estadio paralelo de la conciencia.
La escritura de Murakami resulta tan hipnótica que el lector entra en un estado de sosiego absoluto.
Primera persona del singular está compuesto por ocho relatos con el clásico tono Murakami, que se devora como un banquete. “Áspera piedra, fría almohada” es el primero. Aquí el narrador tiene una aventura con una mujer que escribe tankas —poemas de métrica japonesa—, quien le envía una recopilación de estos en un libro de confección artesanal. El cuento comienza con un gran diálogo entre ellos, en el que ella le hace una pregunta inusual.
En la segunda historia de Primera persona del singular, “Flor y nata”, Murakami nos narra una curiosa relación entre dos estudiantes de piano: el narrador es invitado a un concierto, pero al llegar al lugar se lleva una sorpresa inolvidable.
Durante el tercer cuento, “Charlie Parker Plays Bossa Nova”, Murakami nos introduce en un relato en el que el lector confunde realidad y sueño; el autor indaga sobre esa relación psíquica con una impecable narración sobre un disco aparentemente inventado. Leer estas páginas es como escuchar música: tal vez la bossa nova de Charlie Parker.
Luego llega “With The Beatles”, un cuento que fue originalmente publicado en The New Yorker y que retrotrae al lector a la dulce torpeza de la época adolescente. En este relato, Murakami reflexiona sobre la juventud, el paso del tiempo y los reencuentros; todo es acompañado por la dulce música de los Beatles, particularmente por un disco que aparece en la primera escena de la narración.
Murakami lo hace de nuevo en el cuento “Carnaval”, que se encuentra atravesado por la composición de Robert Schumann que da título al relato (una gran idea sería reproducirla mientras se disfruta de la lectura), en el que se narra la amistad entre el narrador y F*, la mujer más fea con la que este ha estado, pero quizá la más hipnótica.
Luego llegan otros cuentos: el inolvidable “Confesiones de un mono de Shinagawa”, en el que Murakami —de nuevo— mezcla fantasía y realidad de modo que el lector se ve sumergido en un mundo en el que un mono parlante es algo completamente verosímil. Y es que la escritura del autor japonés tiene eso: convence a cualquiera de lo que sea.
Por último nos encontramos con el relato que da título al libro, “Primera persona del singular”. En él, Haruki Murakami combina, de nuevo, los mismos elementos: la introspección, el subconsciente, los reencuentros y los recuerdos. Otra vez la escritura magistral del autor resulta en un cuento adictivo, con un final perfectamente orquestado.
Si los relatos de Primera persona del singular se tratan de verdaderas memorias del autor o si resultan pequeñas ficciones, es algo que el lector deberá resolver por sí solo. Lo único que sabemos es que, de cuando en cuando, en alguno que otro cuento, Haruki Murakami se nombra a sí mismo como narrador, y que el tono de las narraciones resulta transparente y absolutamente musical, como en cada una de las novelas del autor.
Si los relatos se tratan de verdaderas memorias del autor o si resultan pequeñas ficciones, es algo que el lector deberá resolver por sí solo.
Haruki Murakami es un escritor japonés cuya obra ha sido distinguida en múltiples ocasiones con grandes premios como el Franz Kafka, el Mundial de Fantasía, el Jerusalén o el Hans Christian Andersen. Hace años que el autor es finalista del Premio Nobel, todavía pendiente en su notable carrera literaria.
Mientras tanto, a seguir disfrutando de su maravillosa pluma. Primera persona del singular es otra muestra de su genialidad.