Una oda antiarmamentista sobre la grieta política en Estados Unidos

Una oda antiarmamentista sobre la grieta política en Estados Unidos

Más de 40 mil muertes anuales provocan las armas de fuego en Estados Unidos. Es Un país bañado en sangre, y solo una figura de la talla de Paul Auster podría animarse a escribir al respecto con un tono narrativo, sin por ello dejar de reflexionar sobre esta problemática enraizada en la sociedad estadounidense: ¿qué detonó esta crisis?, ¿por qué no frenarla?, ¿de qué tamaño es realmente esta grieta? 

Auster, junto al fotógrafo Spencer Ostrander, averigua al respecto a partir de una selección de los asesinatos cometidos por usuarios de armas en el país del norte, todos enmarcados en la Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos que, al convertir la posesión y portación de armas en un derecho, abrió la puerta a esta crisis. Auster no solo hace evidente dicha situación, sino que la vincula estrechamente con el escenario actual libertarianista extremo y con una economía en decadencia. 

Un país bañado en sangre, además de ser un ensayo antiarmamentista, es una relación histórica y personal del autor y de Estados Unidos. Auster expresa su punto de vista acerca de la convivencia del ciudadano promedio con la violencia en diferentes momentos del sueño americano: desde la colonización o usurpación de los primeros colonos, que desplazaron y luego aniquilaron a la población nativa, pasando por la esclavitud, hasta el asesinato de presidentes y activistas afroamericanos, con más que interesantes hipótesis al respecto; una que llama particularmente la atención es que, a pesar de que el norte antiesclavista haya triunfado en la guerra de Secesión (1861-1865), es la derecha la que maneja los hilos políticos durante los últimos 200 años. 

¿Cómo explicar la belleza de un ensayo cuando se ocupa de una temática tan escabrosa como las matanzas de niños, jóvenes y gente al azar? La pluma lírica de Paul Auster nos regala un libro que bien podría estar a la altura de A sangre fría (1965) de Truman Capote, pero rehúye la ficcionalización de la novela; con este género, no obstante, recurre a la sencillez y la sensibilidad para narrar, en cinco puntos, hechos reales y dolorosos. Esta postura emotiva contiene la destreza literaria que supo conseguir el autor chileno Roberto Bolaño con su novela póstuma 2666 (2004) al describir los femicidios de tal forma que el lector tuviese cierta experiencia de profundidad.

La pluma lírica de Paul Auster nos regala un libro que bien podría estar a la altura de A sangre fría

El libro comienza con una anécdota que marcó a fuego la historia familiar del escritor: el asesinato de su abuelo por parte de su abuela en 1919, con una pistola guardada debajo de la cama, y a partir de esto rastrea el origen fenomenológico de una sociedad y su cultura. Claro, es algo que ha trabajado constantemente Auster: en sus novelas suele partir de episodios personales para convertirlos en reflejo de una colectividad, la decadencia de la sociedad en la que vive y participa. 

Desde un espacio más críptico, crítico y doloroso, Un país bañado en sangre también es un manifiesto contra el esclavismo, la falta de libertad de las mujeres, la hipocresía en el devenir histórico de Estados Unidos y, sobre todo, un fuerte mea culpa acerca del uso de las armas: «Los norteamericanos tienen veinticinco veces más posibilidades de recibir un balazo que los ciudadanos de otros países ricos, supuestamente avanzados…»  

Este viaje prolífico da prueba de la forma de escribir de Auster mientras se pregunta: «¿Qué convierte a Estados Unidos en el país más violento del mundo occidental?» Una respuesta aparente se halla en el ritual estadounidense inculcado desde la educación más prematura al permitir a los niños jugar con armas y desarrollar una pulsión tanática, negando el derramamiento de sangre y el dolor en este entretenimiento macabro, mientras que el odio provisto en el semillero de las redes sociales o la televisión encuentra su manifestación en las manos de seres desquiciados armados hasta los dientes: en ese cruce de reflexiones sobreviene la desesperanza. 

Un país bañado en sangre no desmerece frente a otros clásicos literarios del autor donde pareciera existir ya un germen de esta obra, como La música del azar (1980), La trilogía de Nueva York (1985-1987) y Leviatán (1992).

Mientras tanto, la última matanza será noticia, al menos por un rato, hasta que otra la suplante 

El apoyo visual de Un país bañado en sangre está a cargo de Spencer Ostrander, quien recorrió el país recopilando imágenes de los diferentes espacios donde tuvieron lugar los hechos; en las fotos en blanco y negro no aparecen personas, solo la frialdad de una postal que suma melancolía al texto. Esta asociación al abordar el tema ya la hemos visto antes en otras obras (de otros formatos) igual de destacables como Bowling for Columbine, de Michael Moore (2002), acérrimo partidario de la regulación de las armas, y también Elephant (2003), de Gus Van Sant. 

Los ejemplos que ofrece Paul Auster son tantos, de una lógica tan ridículamente desproporcionada, que un ensayo que busca documentar y dar testimonio de pronto pareciera una novela negra basada en hechos reales.  

Por otro lado, si bien la propuesta parece pesimista, Auster deja este material a disposición para vislumbrar un horizonte que muestra grietas y aguas divididas. Al mismo tiempo, permite una revisión biográfica e historiográfica de las bases fundacionales de un país, para que estas vidas tomadas por las armas no vuelvan a cobrarse. Mientras tanto, la última matanza será noticia, al menos por un rato, hasta que otra la suplante. 

Un país bañado en sangre, de Paul Auster y Spencer Ostrander

Paul Auster

Paul Auster

Escritor, traductor y cineasta. Es autor de los libros Jugada de presión (1982), escrito bajo el pseudónimo de Paul Benjamin; La invención de la soledad (1982); La trilogía de Nueva York (1987), compuesta por las novelas Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986); El país de las últimas cosas (1987); El Palacio de la Luna (1989); La música del azar (1990); Pista de despegue (1990); El cuento de Navidad de Auggie Wren (1990); Leviatán (1992); El cuaderno rojo (1992); Mr. Vértigo (1994); A salto de mata (1997); Tombuctú (1999); Experimentos con la verdad (2000); El libro de las ilusiones (2002); La historia de mi máquina de escribir (2002); La noche del oráculo (2003); Brooklyn Follies (2005); Viajes por el Scriptorium (2006); Un hombre en la oscuridad (2008); Invisible (2009); Sunset Park (2010); Diario de invierno (2012) e Informe del interior (2013); y de los guiones de las películas Smoke (1995) y Blue in the Face (1995), en cuya dirección colaboró con Wayne Wang, Lulu on the Bridge (1998) y La vida interior de Martin Frost (2007). Ha editado el libro de relatos Creía que mi padre era Dios (2001). Ha recibido numerosos galardones, entre lo que destacan el Premio Médicis por la novela Leviatán, el Independent Spirit Award por el guión de Smoke, el Premio al mejor libro del año del Gremio de Libreros de Madrid por El libro de las ilusiones, el Premio Qué Leer por La noche del oráculo y el Premio Leteo. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters y Caballero de la Orden de las Artes y las Letras Francesa. Su obra está traducida a más de cuarenta idiomas.

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