Todo lector de Benito Taibo seguramente se sintió emocionado con el anuncio de su antología poética: como si el Sebastián de Persona normal consolidara la fuerte influencia del tío Paco. Eso podría decirse de Pasar inadvertido tras una primera impresión, pero conforme avanzas en las lecturas rítmicas —que te darán ganas de leer en voz alta— notarás que el libro es eso y mucho más.
Conformado por tres poemarios —Recetas para el desastre, De la función social de las gitanas y, especialmente, Escritor y sin embargo amigo— y otros poemas sueltos, Pasar inadvertido abre un mapa de lectura a la poética de Benito Taibo. Y es que los versos que aquí nos presenta el autor fueron escritos entre 1978 y 2022, una brecha temporal que da a los textos un sesgo casi autobiográfico: en la relación de unos poemas a otros puede leerse el crecimiento del autor, la solidez de sus palabras y fluidez sensorial.
De este modo Pasar inadvertido atraviesa las contingencias de la existencia. Son poemas motivados por lo cotidiano: la muerte, la felicidad, la tristeza, la alegoría de lo no contado, el viaje, la búsqueda, el amor, el desamor. Por momentos los textos conmueven, pero también indignan y te enamoran, y hay otros versos que son perfectos para imprimirlos en una playera:
Me estoy de repente
convirtiendo
en una perfecta
zona de desastre.
Los tres poemarios y los poemas sueltos que conforman esta antología dialogan perfectamente entre sí, porque conforman un solo camino. En la forma de escritura no hay una diferencia marcada, los epigramas construyen su narrativa, los versos —en su gran mayoría heptasílabos— le dan a los poemas una cadencia oral. Y esto va de la mano con lo que Benito Taibo aclara en la “Nota necesaria” que abre el libro: “En casa de mis padres se decía poesía en voz alta a la menor provocación, así que antes de entrarme por los ojos, llegó primero a mis oídos”.
Pero los apartados que conforman esta antología no funcionan solo para distinguir a un poemario del otro o de los poemas sueltos. Cada uno tiene sus temas protagonistas, un reflejo quizá de la etapa en que fueron escritos.
Los poemas de Recetas para el desastre, por ejemplo, claramente son una búsqueda, la búsqueda de la voz de todo poeta, que nace desde lo más profundo, en forma de viaje, y se hace verso:
Ya no hay nada mejor
que naufragar.
Que no haya tierra firme
bajo nuestras pisadas.
Que no se sepa nunca
de nuestras coordenadas
ni de los paralelos,
ni de los meridianos.
Otro ejemplo es De la función social de las gitanas, en cuyas páginas se lee la ausencia. Hay un quiebre, una vuelta hacia lo esotérico. Hay fe de que existe algo más allá, es un deseo que se plasma mientras nos adentramos en los versos, se lee esa necesidad de creer:
Yo era la sombra
y tú el lugar de la luz,
yo era también
la tempestad
y tú
la tempestad
y así, con tempestades
espero que nunca
vaya a llegar la calma.
Así, el nuevo libro del también autor de Cómplices no es únicamente la consolidación de las influencias del tío Paco —quien, por cierto, estaría muy orgulloso—. Se trata también, como bien sentencia el autor en su texto de apertura, “de intentar con palabras no pasar inadvertido”, y Benito Taibo lo logra con creces. Nunca pasará inadvertido.
Pasar inadvertido, de Benito Taibo
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