Leer a Proust por el camino de Barthes

Leer a Proust por el camino de Barthes

¿Qué es lo que hace que la vida de Marcel Proust, vivida en el confort de una buena familia con poder, riqueza y ocio, que pareciera vulgar en contraste con la tragedia de Van Gogh o la adolescencia maldita de Rimbaud, amalgame y atraiga lectores aun en la actualidad? Esto se preguntó Roland Barthes en varios momentos, en particular en el ensayo «Las vidas paralelas», de 1966, y en su intento por dar con una respuesta se encontró con más dudas: ¿de qué modo leer a Proust?, ¿quién fue como escritor y como lector? 

 La pregunta entonces ya no es tanto qué se lee, sino cómo, y es lo que hace tan pertinentes en Marcel Proust (2022) las notas de la traductora Alicia Martorell y del editor Bernard Comment, quien reúne los textos de Barthes, algunos leídos en el marco académico de las facultades de letras, y que con sus trabajos trazó un mapa de fragmentos que indagan sobre la obra y vida de Proust. 

Este libro es un legado y homenaje por parte de Barthes, y a Barthes por parte del compilador. Marcel Proust está compuesto por cinco ensayos, las transcripciones de tres emisiones que efectuó France Culture, obras y artículos inéditos o que tuvieron acceso o circulación restringida, fragmentos de una conferencia pronunciada en el Collège de France y una selección de fichas, notas, planificación de clases, agendas personales, frases inacabadas, flechas y esquemas. 

En la nota introductoria se encuentra el verdadero móvil de Barthes, quien confiesa tener una cuenta pendiente en su amplia trayectoria como crítico y semiólogo: sistematizar y escribir una obra total sobre Proust, y a esto se podría sumar una más, su deseo latente de abandonar su trabajo como crítico para escribir literatura. La compilación resulta tan encantadora para el lector como los siete tomos de En busca del tiempo perdido, la obra cumbre proustiana.

Sin embargo, lo que para el editor se revela como un artificio producto de una selección azarosa y arbitraria de una serie de textos, fichas y apuntes de un corpus, en Barthes se advierte una necesidad casi pulsional y erótica de recuperar el tiempo perdido y el pasado de la experiencia de obra y vida de Proust; es decir, convertir un archivo muerto y estático en algo vivo, dinámico y heterogéneo.   

¿Qué nos queda, entonces, de la experiencia Proust? Solo podemos revivirlo leyendo su obra como una vida. Y Roland Barthes indaga aún más en esa pregunta con «Las vidas paralelas», logrando una respuesta casi (bio)lógica: entre la biografía de Proust (la vida en cuanto tal) y los episodios/aventuras del narrador/protagonista de la Recherche hay una homología, una correspondencia; es decir, no se encuentra la biografía de Proust en su obra, sino que encontramos su obra en la biografía de Proust. 

¿Dónde se empieza a leer la biografía de Proust por el camino de Barthes? Un crítico es ante todo un lector. En Roland Barthes por Roland Barthes (Planeta, 2021) el semiólogo se interroga acerca de qué puede unir su vida y la de Proust, y la respuesta está en detalles que hallan conexión en lo ficticio y logran reunir al autor, Proust, con el lector, Barthes, en la categoría de un sujeto moderno; es decir, en vez de establecer un límite tajante respecto de lo antiguo, busca lo residual como el motor para la creación literaria. Lo viejo es necesario para hacer lo nuevo, que no es arrancar de cero, sino un otro tiempo que puede crear obra, tal como devela Barthes en «Proust y los nombres» (1967), otro de los ensayos que figuran en esta compilación.   

Pero esa alternancia del rol escritor/lector, la conciencia de ser ambos, no es el único rasgo que compartieron Barthes y Proust: a ambos los signa el duelo por la madre. En La cámara lúcida (1980), el primero hace un tratado sobre la fotografía a partir de una foto de su madre cuando niña, en busca del recuerdo involuntario. Esta es una clara referencia dialógica con el episodio de la magdalena y el recuerdo de la madre del narrador de En busca del tiempo perdido, además de que en la biografía de Proust también resultó trascendente la muerte materna, fue «una fractura decisiva», como se lee en Marcel Proust.

El tiempo ya no se recupera como una copia total de la realidad, admite Barthes; es decir, no logra expresar la totalidad del universo proustiano, sino que se adquiere en fragmentos que componen una constelación múltiple: a partir de una misma materia se pueden desprender nuevos contenidos y expresiones. Barthes propone liberar al lector de la fidelidad de la representación del signo para abrirse al placer del texto e inventar o interpretar su propio mundo. 

Marcel Proust, de Roland Barthes

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