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Los trapos sucios de la Inquisición en América Latina

Los trapos sucios de la Inquisición en América Latina

Santiago Roncagliolo vuelve a poner bajo la lupa al catolicismo extremo en su más reciente libro, El año en que nació el demonio. Se trata de una novela épica, de acción desenfrenada, con pinceladas de trama policial, iniciática e histórica; un libro que se lee entre blasfemias y latigazos, que nos santifica al mismo tiempo que nos convierte en lectores endemoniados. Una vez que nos adentramos en la trama, nos sentimos brujas, piratas y santas, y pensamos que seremos juzgados por la mismísima Inquisición. 

El año en que nació el demonio se presenta como una narración en primera persona, un informe que el joven inquisidor Alonso Morales, alguacil del Tribunal del Santo Oficio devenido en asistente de fiestas del virrey, eleva al Consejo Supremo de Su Majestad de la Santa y General Inquisición sobre el nacimiento del demonio: una bestia de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades engendrada por una novicia en el convento de Santa Clara en la Ciudad de los Reyes. A la par, el comisionado declara sobre la beatificación de doña Rosa Flores de Oliva, la primera santa de América Latina, quien es capaz de hablar con Dios y con el diablo. 

Si bien estructuralmente acaba siendo una novela contemporánea, el disfraz de informe funciona como validación de lo narrado. Al terminar de leerlo, los lectores quedamos inmersos en un clima realista, en el ambiente oscurantista y opresor del siglo XVII limeño, cuando algunas voces fueron calladas por el monopolio genocida.

Como era de esperarse de una novela de Santiago Roncagliolo, la situación de partida, la historia que por la superficie nos atrapa, no es más que la punta del iceberg de un discurso incisivo y crítico. El nacimiento de esa bestia mencionada al inicio no es más que un pretexto para mostrarnos a ese Perú antiguo —un pasado con claras similitudes con el de cualquier otro país latinoamericano— en el que las masacres, la corrupción, la censura y la destrucción acababan teniendo como chivo expiatorio a Satanás. 

 Entre una profunda investigación y la suficiente dosis de ficción, El año en que nació el demonio no decae. Roncagliolo, guionista también, hace gala de su habilidad narrativa al no soltarnos en ninguna de las seis partes en que divide la novela, presentando con claridad su arco y haciendo de cada cierre de capítulo un gancho perfecto que nos deja no solo con interés de seguir, sino con auténtica necesidad de conocer cómo continuará la historia, a la manera de las mejores series televisivas (ojo aquí, Netflix).  

Una de los puntos más interesantes del libro es la forma que Roncagliolo aprovecha el servilismo hacia la Iglesia y la Corona española por parte de sus vasallos, “hombres de pocas luces”, como los define, para sacudirnos con contudentes anotaciones. Por momentos hay diálogos plagados de jerga eclesiástica que se convierten en reflexiones irónicas sobre la malicia y la brutalidad de la Inquisición. En esas partes la voz del narrador resulta pedante, porque la de la Iglesia también lo era; nos adentramos así en las venas mismas de la América Latina colonial.

De la novela también destacamos el que muestra cómo se normalizó la violencia sobre los indios, los negros, los judíos, los esclavos; la tortura como parte del día a día en la oficina desde el punto de vista del inquisidor. Por medio de sus voces, Roncagliolo describe con detalle el martirio que sufrían los prisioneros de la Inquisición. Hay momentos en que es cruel, pero necesario, confrontar el pasado. 

En ese sentido, una interesante precuela de esta historia podría ser la película Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog, donde se desnudan la crueldad y la burocracia de los conquistadores en medio de la selva amazónica. El año en que nació el demonio lo hace a su modo y muestra esa herencia: el hombre blanco que llega con sus enfermedades a saquear el continente sin importarle nada más que llenar las arcas de oro, pero con la justificación de que se “limpiaba” el alma de los bárbaros, de los salvajes.  

El año en que nació el demonio es una narración que no da respiro, que trabaja la trama con la precisión de un rompecabezas, donde no deja hilos sueltos; todo cierra como catacumba. Una verdadera joya en la trayectoria de Roncagliolo.

El año en que nació el demonio, de Santiago Roncagliolo

Santiago Roncagliolo

Santiago Roncagliolo

Ha vivido en México, el Perú y España, y ha trabajado como periodista, guionista y traductor. En la actualidad colabora con diversos medios latinoamericanos y con El País. Es autor del libro de cuentos Crecer es un oficio triste (2003) y de las novelas Pudor (2005), que ha sido traducida a varias lenguas y cuenta con una versión cinematográfica, y Abril rojo (2006), ganadora del premio Alfaguara. En 2021 publica Y líbranos del mal bajo el sello Seix Barral

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