«El hecho de haber vivido algo, sea lo que sea, otorga el derecho imprescriptible de escribir sobre ello», es una de las frases que más resuenan luego de leer El acontecimiento, de Annie Ernaux, y al mismo tiempo funciona como justificación —si es que necesitara alguna— de este texto, el más destacado quizá en la trayectoria de la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022.
Pero ¿por qué aterrizar en palabras lo vivido? ¿Qué caso tiene mirar al pasado, hacia un episodio tan personal, y contarlo al mundo? Porque aun aquello que parece un suceso individual puede ser la realidad de cientos o miles de personas, porque los sentimientos registrados mientras pasamos por ese suceso son universales: miedo, frustración, angustia, soledad. No hay escena de El acontecimiento de la que se salga ileso.
Y es que el momento que aquí nos muestra Ernaux es uno que vivió en su juventud, en octubre de 1963, cuando estudiaba Filología y descubrió que estaba embarazada. Decidida a no continuar con la gestación, hace lo que está en y fuera de sus manos para no vivir una maternidad forzada en un país y tiempo en que se criminalizaba el aborto.
Los sentimientos registrados mientras pasamos por ese suceso son universales: miedo, frustración, angustia, soledad. No hay escena de El acontecimiento de la que se salga ileso.
Escrito en primera persona con la desnudez con que suelen escribirse los diarios, Ernaux nos muestra poco a poco los recuerdos de aquella época, que con cada página se hacen más detallados, más vívidos. Pero no los revela con aire nostálgico o sentimental, como solemos hacer al rememorar algo pasado: efectúa ese ejercicio de retrospectiva desde su lugar como escritora, desde la objetividad propia de los periodistas, y así logra presentar dichas postales con una crudeza avasalladora que a ratos lleva a considerar pausar la lectura, para tomar un poco de aire.
Al mostrar los hechos como sucedieron, sin ningún tipo de adorno emocional ni metáforas innecesarias, El acontecimiento trasciende su tiempo y lugar, porque la experiencia de una chica en Francia en 1963 puede ser la misma que la de una joven en Andorra en 2023; porque incluso en los países donde el aborto es legal, las mujeres que recurren a uno todavía se someten a un sistema y una sociedad que las violentan: asociaciones provida que las acechan afuera de las clínicas y mientras se hacen los estudios pertinentes, la objeción de conciencia de algunos médicos, los prejuicios sociales que hacen casi imposible hablar de ello abiertamente.
Al mostrar los hechos como sucedieron, sin ningún tipo de adorno emocional ni metáforas innecesarias, El acontecimiento trasciende su tiempo y lugar.
Pero el argumento más fuerte para escribir acerca del pasado y traerlo al presente —el de la autora mientras escribe, el del lector en cualquier momento que lea— nos lo da la propia Ernaux en una frase: «El hecho de que la forma en la que yo viví la experiencia del aborto, la clandestinidad, forme parte del pasado no me parece un motivo válido para que se siga ocultando. La ley, que casi siempre se considera justa, cae en la paradoja de obligar a las antiguas víctimas a callarse porque “todo aquello se acabó”, haciendo que lo que sucedió continúe oculto bajo el mismo silencio de entonces».
En otras palabras, porque así se nombra lo ocurrido, porque cuando las víctimas enuncian lo vivido, su experiencia recibe un nombre y no hay vuelta atrás: las violencias que experimentaron se validan y se evidencia a un responsable o varios, o al mismo sistema.
Por eso, a pesar de que los hechos ocurrieron en 1963 y esta obra data de 2000, la lectura de El acontecimiento resulta relevante en cualquier tiempo y espacio. La relevancia discursiva de este texto es tal que incluso se convirtió en película en 2021 (dirigida por Audrey Diwan) con gran resonancia y mereció el aplauso de la crítica especializada, contando más de 25 premios en festivales y otros certámenes.
El acontecimiento refleja, pues, «la valentía y la precisión clínica con la que [Annie Ernaux] desvela las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas a la memoria personal», como bien describió el comité del Premio Nobel de Literatura 2023 al entregar a la autora dicho reconocimiento; palabras con las que seguramente estarás de acuerdo al cerrar el libro.