Podemos definir Adiós al frío, el nuevo poemario de Elvira Sastre, como una serie de versos escritos desde la calma y la reflexión. El amor, protagonista de este libro, se encuentra en todas sus manifestaciones: el que sentimos en pareja y el que existe hacia nuestras mascotas; el que se extraña, el que se revive y el que duele.
Sí, el amor en ocasiones duele, y este se expresa de tantas formas que busca voces y personas que lo verbalicen y lo conviertan en un personaje. Así, ese sentimiento halla voz y personalidad a través de la escritura del otro. Pero, a diferencia de esos textos en los que pareciera que todos hablan de él, en los poemas de Adiós al frío es el mismo amor personificado quien da su versión de los hechos.
Sumado a esto, Elvira Sastre convierte sus versos en un vehículo que nos transporta al pasado y al presente. Faltaría la transición al futuro, pero no; en Adiós al frío se escribe desde lo que se vive y lo vivido, de quienes ya no están en este plano, pero creemos que nos esperan en otro, y de aquellos que continúan aquí, aunque solo en el recuerdo.
Quizá tú solo seas, por fin,
la palabra que pone fin al poema.
“La melancolía”
En paralelo al amor, Elvira Sastre evoca en una gran cantidad de textos un elemento que es enemigo por naturaleza de todo libro: el fuego. Lo aborda desde sus terribles consecuencias, refiriéndose a él a partir de su poder de destrucción, hasta el éxtasis que produce saberse abrasado. Así como el fuego deja rastros por donde pasa, en el cuerpo, las huellas de su camino solo son visibles al recordar que alguien pasó por ahí.
Cuántos bosques cabrían en tus ojos?
Dime, ¿cuántos incendios
han acabado con todos tus verdes?
“La puerta que te devuelve al mundo”
Esto soy:
Luz cuando la apago, fuego cuando me enciendo,
silencio frente al ruido, angustia cuando el tiempo avanza
más rápido que yo y no consigo alcanzarlo.
“La claridad en una respuesta”
Ante la necesidad de vaciar el cuerpo y la mente de una emoción que nos desborda y descompone, la poesía nos permite conceptualizar y profundizar en el origen de todo aquello que sentimos. En Adiós al frío, Elvira Sastre rememora incluso los momentos más importantes que ha vivido con sus perros, Tango, Viento y Berta.
La muerte de Tango dio paso a una breve pausa en la escritura de la autora. En ese periodo, Sastre acumuló sus emociones en una parte de su cuerpo y la poesía, después de un tiempo, fue la vía de fuga. La muerte, un suceso inevitable, nos alcanzará a todos y cuando nuestros seres queridos llegan a ese momento respirar y escribir se perciben, en ocasiones, como imposibles.
Cuánto daño cabe
en las heridas que no se ven.
Cuánto duele lo que no se merece.
“A los perros buenos no les pasan cosas malas”
Por último, hacia el cierre de Adiós al frío se vislumbran grandes temas de actualidad. Uno de ellos es la migración, que queda plasmada en el poema “Bravo, Zeus”, en el cual leemos el peregrinar de Ayha al ser expulsado de su tierra y buscar refugio en otro territorio; en el trayecto lo acompañan muchas otras personas como él, pero al mismo tiempo va solo, ya que atrás ha dejado a Zeus, su perro.
Huida, acogida, rechazo, seguridad, repudio:
son sinónimos para un refugiado.
“Bravo, Zeus”
La poesía es para todos. Solo hace falta encontrar el verso o poema que nos invite a refugiarnos en ella, y en Adiós al frío podemos hallar una guarida que en su interior nos espera con una fogata encendida.
Se trata de pedir calor a quien conoce el fuego,
luz a quien ilumina los caminos,
amor a quien sabe de miedo.
“Para entender la vida”