El terror no pasa de moda

¿Irías a la casa más embrujada del mundo si te pagaran cien mil dólares? Lionel Barret lo haría. En esta novela de Richard Matheson, un famoso físico especializado en la parapsicología es contratado por el anciano Deutsch, un hombre millonario que edita revistas acerca de sucesos paranormales y que le propone a Barret alojarse una semana entera en La Casa Infernal en Maine -también conocida como la Casa Belasco- para demostrar si hay o no vida después de la muerte.

Barret -hombre de ciencia, escéptico por naturaleza y por formación- acepta el trabajo. Luego se enterará de que será acompañado por otras tres personas: una famosa médium mental llamada Florence Tanner; un segundo médium físico y, a la vez, sobreviviente de la Casa Belasco en una investigación realizada veinte años antes llamado Benjamin Fischer y, por último y a pesar de las negativas del propio Barret, su mujer Edith. Todos ellos serán atormentados por ¿una? ¿tres? ¿cien? Entidades paranormales, todas ellas deseosas de ver sucumbir a los cuatro invitados de la casa. La Casa Infernal tiene todos los elementos que forman una espectacular novela de terror. 

Ya de entrada, en las primeras páginas de La casa infernal, el lector puede conocer los tantísimos fenómenos paranormales que han sucedido en la Casa Belasco. Y déjenme decirles que ni por cien mil dólares metería un pie en ese sitio. 

La Casa Infernal tiene todos los elementos que forman una espectacular novela de terror; ya en las primeras páginas el lector puede conocer los tantísimos fenómenos paranormales que han sucedido en la Casa Belasco. Y déjenme decirles que ni por cien mil dólares metería un pie en ese sitio. 

El objetivo de Barret es demostrar que las cosas extrañas que suceden en la casa infernal se deben a mera energía residual empeorada por la sensibilidad de Florence, quien está convencida de que en la casa existen fuerzas sobrenaturales. Toda la novela se desarrollará bajo esa relación de fuerzas: Florence y Lionel, la espiritualidad o la ciencia. 

No son pocos los momentos en los que el lector querrá tomar de los hombros a Barret y sacudirlo, gritarle que salga inmediatamente de ese lugar, que no hay dinero ni prestigio científico que valga vivir todas las cosas que se le avecinan. Y sin embargo, en los siguientes capítulos de La casa infernal, el lector se preguntará si el doctor Barret no tendrá razón; si finalmente no se tratará de energías dispersas, fenómenos que el resto de la humanidad puede encontrar horrorosos e inexplicables, pero que Lionel podrá racionalizar perfectamente. Eso nos lleva a preguntarnos: ¿Es Lionel Barret un genio o un ingenuo?

¿Es Lionel Barret un genio o un ingenuo?

En La Casa Infernal los capítulos se dividen por días y, dentro de los mismos, las divisiones son por horas, al mejor estilo Actividad Paranormal. Es posible que el lector tome la novela y lea con fervor esperando llegar a las horas nocturnas para que el terror aparezca; la sorpresa que se llevará al descubrir que el terror aparece a toda hora, en plena luz del día o a altas horas de la madrugada. 

Richard Matheson realiza una narración que nos pone la piel de gallina (de hecho, mi recomendación es leer esta novela con la luz encendida) en la que el ambiente está tan logrado que hasta sentimos que podríamos caminar por la casa, La casa infernal. Y díganle al espíritu de Belasco que dije “caminar”; no “volar por los aires” o “ser poseída”. ¡Caminar!.

No por nada el mismísimo Stephen King catalogó La Casa Infernal como ‘la más aterrorizante novela sobre una casa embrujada jamás escrita’: Matheson escribió una joya terrorífica, en la que pudo mezclar con talento y naturalidad espíritus, posesiones, leyendas, escenas sexuales, suicidios, asesinatos, violaciones, entidades que rompen o tiran cosas por los aires y descripciones tan vívidas que dejarán al lector con insomnio. Jamás olvidaré la escena del gato. 

La Casa Infernal tiene, además, varias coincidencias con The Haunting Of Hill House, la novela de terror que Shirley Jackson publicó en 1959 y que dio vida, posteriormente, a la serie de Mike Flanagan que dejó a mi amiga con episodios de parálisis del sueño por alrededor de una semana. Sin embargo, La Casa Infernal cuenta con varias escenas sexuales que le dan un gran condimento a esta historia terrorífica. No mintió Stephen King cuando dijo lo que dijo, y no habrá lector que no encienda todas las luces de su casa o apartamento cuando lea La Casa Infernal, novela que Matheson publicó en 1971, pero que sigue más vigente que nunca.

La casa infernal, de Richard Matherson

Richard Matheson

Richard Matheson

"Richard Matheson (1926 - 2013) es considerado uno de los autores más influyentes del siglo XX por escritores de la talla de Ray Bradbury o Stephen King. Además de su contribución a la ciencia ficción, el terror, la fantasía y el western, Matheson destaca por su labor como guionista. Llevan su firma algunos de los capítulos más memorables de las emblemáticas The twilight zone, Star Trek o The Alfred Hitchcock Hour; además de las adaptaciones de cuentos de Edgar Allan Poe dirigidas por Roger Corman o el primer trabajo cinematográfico de Steven Spielberg. También varios de sus relatos han sido llevados a la gran pantalla, como El increíble hombre menguante en 1957 o El último escalón en 2000. Pero el más recordado de todos ellos es Soy leyenda. Entre los numerosos premios que ha obtenido se hallan el World Fantasy (1976, 1978, 1984, 1990), el Bram Stoker (1990, 1991), el International Horror Guild Award (2000), el Retro Hugo (2001), el Locus (1990), el Readercon (1990) y el British Fantasy (1996)."

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