Más de una decena de libros respaldan la carrera escrituraria de Antonio Ortuño. Platicamos con él acerca del lugar donde escribe, la primera lectura que lo dejó sin habla y muchas otras curiosidades. Esto fue lo que nos dijo el autor de Méjico, Recursos humanos, Ánima y otros títulos que merecen estar en tu librero.
¿Cómo es el lugar donde escribes?
Un estudio lleno de libros, con un escritorio desordenado y un montón de juguetitos, soldaditos, patos de hule, miniaturas de plomo y pósters de grupos de rock de hace mil años.
¿Cómo llegaste a publicar?
Un editor confió en mí. Le costó lo suyo, pero al final un amigo común lo convenció. No fue sencillo. No es que apostara demasiado por mí. Pero resultó: mi primer libro tuvo muy buenas críticas y las dudas se acabaron. También las mías.
¿De dónde surgen las historias que cuentas?
De muchos lados. Son una mezcla de imaginación, reflexión, experiencia, memoria, juego, planeación. No surgen espontáneamente formadas del todo. Me gusta pelearme con las ideas y obligarlas a demostrar que sirven.
¿Cuál fue la primera lectura que te dejó sin habla?
Borges me deslumbró más que nadie que leyera antes y más que la inmensa mayoría de los que leí después.
¿Qué cambió en ti desde que elegiste dedicarte a la escritura hasta hoy?
La literatura lo deforma a uno. Comienza uno a vivir con los ojos y los oídos abiertos a la experiencia literaria, saqueando frases, rasgos, episodios, de la realidad.
¿Qué frase de tus libros te representa?
Una muy vikinga: “No vinimos aquí a redactar, vinimos a cortar gargantas”, cita casi exacta de un pasaje de La vaga ambición.
¿Quién te lee antes que nadie?
Ahora, un pequeño grupo de amigos íntimos.
¿Qué tiempo dedicas a promocionarte? ¿Qué medios usas para ello?
Las redes no creo que sirvan para mucho más que para pegar los enlaces de las cosas que van saliendo sobre uno y las invitaciones a los eventos en que uno participa. Fuera de eso, el trabajo en realidad lo hace la editorial y uno solo colabora. Pero todo eso es extraliterario. A mí lo que me gusta es escribir solo en mi estudio.
¿Alguna vez te has sorprendido al releer lo escrito, preguntándote cómo fue que salió de ti?
No, en realidad. Quizá porque planeo minuciosamente lo que escribo. Aunque a veces uno se sorprende ligeramente de lo bien (o mal) que resulta algún fragmento del texto. Si sale mal, hay que trabajar y corregir o reescribir.
¿Eres libre de escribir lo que quieres?
Escribo con esa libertad absoluta y por esa libertad absoluta. No hay lazo, obligación, compromiso o deuda que valga renunciar a esa libertad.
¿Piensas en el lector cuando escribes?
Pienso en el lector que soy yo, en primera instancia. Pero sí, creo que parte del trabajo es entender que alguien más nos lee, una persona sin rostro a la que vamos a hablarle al oído.
¿Estás trabajando en algo nuevo?
Estoy terminando una novela nueva que saldrá en 2022, en Seix Barral. Y me emociona como ningún otro de mis libros antes, que ya es decir.