La obra del escritor de ciencia ficción Philip K. Dick es amplia. Pero, sin duda, dentro de ella destacan dos novelas, por sus intrigantes comienzos: El hombre del castillo y Ubik. Lean, por favor, con atención:
“Durante toda una semana el señor R. Childan había examinado ansiosamente el correo, esperando encontrar el valioso envío de los Estados de las Montañas Rocosas. Cuando abrió la tienda el viernes a la mañana y vio que en el suelo sólo había cartas pensó que iba a tener dificultades con el cliente”, comienza El hombre en el castillo.
“Hoy toca hacer limpieza, amigos: estos son los descuentos con los que liquidamos nuestros silenciosos Ubiks eléctricos. Sí, tiramos la casa por la ventana. Y recuerden: todos nuestros Ubiks han sido usados exclusivamente de acuerdo con las instrucciones”, arranca Ubik.
¿Qué tienen en común los inicios de El hombre en el castillo y Ubik? ¿Sienten que hay rasgos semejantes en estas dos novelas de Philip K. Dick? ¿Creen que una y otra historia podrían estar hablando de lo mismo? A bote pronto, no, pero recordemos que ambas obras provienen de una mente brillante, paranoica, desbordante de imaginación y profundidad. Desechemos, entonces, la lectura superficial.
Al leer apenas un párrafo de El hombre en el castillo y Ubik, puede vislumbrarse un sistema que se antoja perverso. Articulemos: el comercio, las instrucciones, las dificultades, los descuentos. Para que todo esto funcione, debería haber unos dominados y otros que mantengan un dominio, un poder irrestricto. Y es que Philip K. Dick siempre utiliza a los dominados para contar su historia, que a la vez es la nuestra.
Con esos inicios se proyecta un ambiente en el que hay algo que temer, se percibe la claustrofobia y la paranoia. Al adentrarnos en las páginas de El hombre en el castillo y Ubik, nos damos cuenta de que sus personajes, incluidos sus androides —que parecen humanos—, viven inmersos bajo uno o muchos miedos. Pero siempre hay una forma de resiliencia, un camino para la revolución, para el cambio de paradigma.
Dick nos pone en un espejo, nos compara con sus personajes sufrientes, nos hace vivir subyugados bajo el poder en turno.
“Inofensivo si se consume según las instrucciones”, aclara a cada rato Ubik, en relación con los productos que dan nombre a la novela. Nosotros vivimos bajo un sistema parecido, un orden que de cierta manera nos mantiene a raya y nos invita a comprar productos no tan inofensivos… si se consumen según las instrucciones.
Lo de Philip K. Dick es ciencia ficción: distopías, ucronías. ¿Es posible que estemos viviendo en alguna distopía imaginada y llevada adelante? En ello radica la genialidad de El hombre en el castillo y Ubik, a la hora de hacernos imaginar muchos escenarios de leyenda: nos ponen en un espejo, nos comparan con sus personajes sufrientes, nos hacen vivir subyugados bajo el poder en turno.
“Inofensivo si se consume según las instrucciones”.
En El hombre en el castillo y Ubik los personajes encaran un dilema filosófico: ¿qué es la realidad en que vivimos? ¿Qué hay detrás del mundo que creemos obvio? La respuesta, quizá, está en las lecturas de este autor de absoluta grandeza literaria.
El hombre en el castillo parte de una ucronía: ¿qué habría pasado si los países del Eje hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial? En esa realidad alterna existe un autor, medio perdido y totalmente prohibido, que escribe una obra que habla de un mundo en el cual el Eje perdió el conflicto bélico: La langosta se ha posado. Y ese mundo descrito en el libro ficticio es el origen de una rebelión.
Philip K. Dick era un grafómano: no podía parar de escribir.
Como nota al margen, debes saber que hace un par de años El hombre en el castillo se convirtió en una serie (la puedes ver en Prime Video). En esa adaptación, La langosta se ha posado no se presentó como un libro, sino como una serie de entregas cinematográficas. Muchos vieron este cambio como un acierto, nosotros ya les dijimos, y lo repetimos: no sean cabeza dura, las series son apenas una sombra mínima de los libros.
Regresando a Philip K. Dick, el autor que aquí nos compete, vale la pena decir que era un grafómano; no podía parar de escribir y sentía un intenso odio por el establishment, un sentimiento que no solo se hacía presente en su literatura, sino también en su vida.
Las ideas, utopías y ucronías de Dick han tenido tal impacto que aún hoy generan interés en los guionistas y productores de cine, quienes no dejan de adaptar sus obras o de inspirarse en ellas.
“El corazón de mi escritura no es el arte, sino la verdad”.
demás de la serie de Prime Video arriba mencionada, El vengador del futuro, Minority Report y Una mirada a la oscuridad son películas que se hicieron gracias a la cabeza y la pluma de Dick; otras, como Matrix, parecieran haberse inspirado en las ideas de este autor.
Si El hombre en el castillo, Ubik y otras novelas de Dick aún se sienten atractivas y vigentes en un mundo que ya superó otras ficciones es porque son pura filosofía llevada al papel por un genio que en sus cuadernos escribió: “El corazón de mi escritura no es el arte, sino la verdad”.